Arequipa

Adolescentes limpian sus delitos

21 de febrero de 2016
Adolescentes limpian sus delitos
Por: Mariela Zuni M.
 
Ayer empuñó un arma y hoy con una escoba en manos limpia su pasado delictivo, liberado de una vida de alcoholismo y drogadicción. Antes de caer en un calabozo, nunca pensó en las consecuencias de sus actos, ni en el daño que causaba a su familia.
 
Vivimos en una sociedad insegura: asaltos, robos, violaciones y hasta asesinatos son pan de cada día. La delincuencia emerge como una ola voraz cargada de violencia que acecha nuestros hogares, centros laborales, lugares de recreo y las calles por donde nos movilizamos. 
 
En medio de la vorágine se observan rostros aun sin bigote, niños que se creen hombres. Empuñar un cuchillo o un arma de fuego les puede dar ese estado de poder frente a gentes más débiles que ellos. 
 
Según la Encuesta Nacional de Programas Estratégicos, el 19,5% de la población mayor de 15 años en Arequipa fue víctima de robo o el hurto de sus pertenencias. Ese entorno de inseguridad ha generado en la colectividad un profundo rechazo al que delinque, lo juzga y condena, sin conocer qué hay detrás.
 
De niños cuando no hacíamos los deberes nuestros padres nos mandaban a limpiar el dormitorio para subsanar nuestra falta. Aquel menor que comete un delito por primera vez y está dispuesto a cambiar, ¿debería tener una segunda oportunidad?
 
“Marco”, tiene 17 años y en su natal Tacna cometió el error de robar, fue atrapado y juzgado por el Poder Judicial que determinó cumpla rehabilitación en libertad. Como era la primera vez que delinquía fue derivado a un Servicio de Orientación al Adolescente (SOA) su segunda oportunidad.
 
El SOA pertenece al sistema judicial y está dirigido por la Gerencia de Centros Juveniles. A través de una metodología especializada se brinda atención a los adolescentes con medidas no privativas de la libertad aplicando el sistema de reinserción social.
 
Andrés Manrique Miranda, director del único SOA a nivel del sur del país, considera que el adolescente en conflicto con la ley penal que accede a los programas socioeducativos sin que de por medio exista el internamiento, tiene un alto margen de recuperación.
 
Mensualmente unos 40 adolescentes, en su mayoría varones, cuyos rangos de edades fluctúan entre los 14 y 17 años, llegan al SOA ubicado en el populoso distrito de Cerro Colorado. Todos sin excepción acuden con una orden judicial, derivados de Arequipa y regiones como Puno, Cusco, Tacna y Moquegua.
 
Cada uno llega al servicio con un pasado casi similar, padres separados, violencia familiar, abuso sexual, consumo de alcohol y drogas, abandono moral y material. 
 
ÉXITO
En marzo el SOA Arequipa cumple un año de funcionamiento en la región. En los 350 días de trabajo su mayor éxito ha sido dar de alta a 92 adolescentes que dejaron las armas y las cambiaron por lapiceros, computadoras o máquinas de coser.
 
Cerca de seis adolescentes el 2015 fueron reinsertados laboralmente en una empresa. Otros continúan sus estudios en diferentes instituciones educativas, universidades, e institutos técnicos a los que acceden con becas.
 
Del porcentaje que aún permanece en rehabilitación, solo se apreció un 2% de deserción, los jóvenes no acudieron a sus terapias de orientación y consejería, o dejaron de asistir a los módulos educativos.
 
Cuando el menor no cumple su medida de rehabilitación socioeducativa, el magistrado que lleva el caso tiene la potestad de revocar su primera sentencia y dar la orden de retención en un centro juvenil.
 
Estos menores en su mayoría son primarios, es decir, delinquieron por primera vez. Muchos cometieron delitos como el robo y hurto, principalmente infracciones leves que no ameritan el internamiento.
 
Más del 50% consumió alcohol y drogas como la marihuana y la pasta básica de cocaína. El promedio de las edades es de 16 a 17 años, presentan problemas de alcoholismo y dependencia de sustancias tóxicas.
 
Los adolescentes se inician en el consumo de alcohol a muy corta edad. Experimentan con la marihuana y terminan con la pasta. Existen casos muy severos de adicción, el trabajo con Devida es exhaustivo, además los menores reciben terapias con psiquiatras, comenta Víctor Manrique.
 
La familia es la génesis de los problemas y también tiene que ser parte de la solución. Los progenitores deben asumir conciencia y acompañar en el tratamiento a su hijo, con terapias grupales y escuelas de padres. 
 
CAMBIO
Los adolescentes en conflicto con la ley penal, tomaron la decisión de resarcir el daño a la comunidad. Por primera vez barrieron las calles y limpiaron los postes.
 
Por ser menores el trabajo de rehabilitación siempre se desarrolló en el interior de cuatro paredes (oficinas, talleres, consultorios), de forma muy hermética, con el objetivo de protegerlos del dedo acusador de la sociedad que los rechaza.
 
Ayer ellos decidieron dar un paso más y demostraron que están arrepentidos. Utilizaron gorras y lentes, no por vergüenza, sino porque la ley no permite que sean expuestos. Con escoba y recogedor barrieron la suciedad de las calles en representación de las faltas que intentan borrar de su pasado.
 
La camaradería entre ellos es singular, hay un toque de respeto al espacio de cada uno, si bien son adolescentes casi a punto de cumplir la mayoría de edad, conservan ese instinto juguetón de un niño.
 
Por decisión del director del SOA un acercamiento directo con los adolescentes no fue posible. Ellos necesitan ser protegidos para evitar ser señalados y discriminados por su pasado.
 
En la jornada del sábado último participaron 18 menores, llegaron de distintas partes de la ciudad, todos pidieron permiso en sus trabajos y centros de estudios, cada uno siempre tiene algo que hacer, es parte de su tratamiento. Algunos llegaron acompañados de sus padres, otros más independientes lo hicieron solos.
 
En sus rostros ya no estaba aquel ceño fruncido o los ojos rojos y hundidos. Había alegría, miradas brillantes y sonrisas, muestra de que el cambio llegó a sus vidas para quedarse.
 
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