Brasil supera las 500 000 muertes por COVID-19

Miles de personas salieron a las calles en todo Brasil para protestar contra la respuesta pandémica del presidente Jair Bolsonaro, ya que el número de muertos por COVID-19 en el país superó las 500 000 personas.

Los manifestantes de todo el país criticaron a la administración por el alto número de muertos y pidieron la destitución del presidente.

Brasil registró 500 800 muertes de 17 883 750 casos confirmados de COVID-19, según datos del Ministerio de Salud del sábado, la peor cifra oficial de muertes fuera de Estados Unidos.

Durante la semana pasada, Brasil registró un promedio de 2000 muertes por día. Alrededor del 11 % de los brasileños están completamente vacunados y el 29 % ha recibido una primera dosis, según muestran los datos del Ministerio de Salud.

La COVID-19 continúa devastando países de la región y la Organización Panamericana de la Salud (OPS) informó la semana pasada 1,1 millones de nuevos casos de COVID-19 y 31.000 muertes en las Américas.

«Creo que vamos a llegar a 700 000 u 800 000 muertes antes de que veamos los efectos de la vacunación», dijo Gonzalo Vecina, exjefe del regulador de salud brasileño Anvisa.

Vecina criticó el manejo de la pandemia por parte del presidente de extrema derecha Jair Bolsonaro, incluida la falta de una respuesta nacional coordinada y su escepticismo hacia las vacunas, los cierres y los requisitos de uso de máscaras, que han tratado de suavizar.

El gobierno ha enfrentado duras críticas por dejar pasar oportunidades anteriores para comprar vacunas. El fabricante de productos farmacéuticos Pfizer dijo que no obtuvo respuesta a las primeras ofertas para vender vacunas al gobierno entre agosto y noviembre del año pasado.

Los manifestantes criticaron el sábado a Bolsonaro por no adquirir las vacunas lo suficientemente rápido y por cuestionar las medidas de distanciamiento social y el uso de máscaras.

Dato:

Un comité especial del Senado está investigando la respuesta pandémica de la administración Bolsonaro, destacando los esfuerzos retrasados ​​del gobierno para adquirir vacunas y priorizar tratamientos no probados para COVID-19.