Arequipa

Cuando los soldados salieron a las calles

4 de octubre de 2015
Cuando los soldados salieron a las calles
Por: Rossmery Puente de La Vega Peñaloza
 
Si el general Óscar Gómez de La Torre Ovalle recibiría por segunda vez la orden de utilizar las armas para patrullar las calles y restablecer el orden, no vacilaría en responder nuevamente que “el fusil no se utiliza para disparar al pueblo”, ni lo tanques blindados reemplazan a los patrulleros.
En un ambiente de la base militar de La Joya, a una hora del centro de la ciudad, los jefes de las Fuerzas Armadas y autoridades se reunieron en secreto. La incertidumbre rondó hasta que apareció el entonces ministro del Interior, Fernando Rospigliosi, acompañado de una comitiva de 20 personas.
Llegó para comunicar que Gómez de La Torre sería el jefe político –militar, y dispuso la inmediatamente salida a las calles de los soldados para el restablecimiento del orden a cualquier costo. Arequipa protestaba rechazando la privatización de la empresa Egasa en la conocida “Gesta de junio” de 2002.
-“¿Y si hay 20 muertos, 50 muertos?”, interrogó Gómez de La Torre durante el encendido diálogo que sostuvieron aquel día. La respuesta sonó como un tiro certero contra un enemigo. “Así haya 100 muertos, pero usted pone orden”, replicó Rospigliosi. El entonces jefe de la Tercera Regional Militar Sur se negó acatar la orden, y le recordó que él dependía del Ministro de Defensa o el Comandante del Ejército.
La declaratoria de emergencia en la ciudad llegó luego por escrito, con las libertades que estaban suspendidas. Los soldados y los tanques blindados salieron a calles pero los fusiles no los utilizaron contra la población. 
Rospigliosi niega sus palabras e incluso se refirió a Gómez de La Torre como el “generalito sin pantalones”. El general prefirió aplicar la enseñanza de su padre: “A palabras necias odios sordos. No creas que es más macho aquel que grita más”. Comentó que Rospligiosi le causa risa, cada vez que lo escucha hablar en la televisión opinando sin conocer.
Después de trece años de la gesta, Gómez de La Torre escucha a los expresidentes de la República, Alan García y Alejandro Toledo, candidatos para las elecciones generales del siguiente año, y a otros a favor de sacar las tropas a las calles. 
A manera de ejemplo planteó una escena donde reemplazan a los pescadores por agricultores de la sierra. “¿Qué va a pasar?,  va haber ahogados, no saben conducir embarcaciones, no saben pescar, no están acostumbrados”, dijo.
El general en retiró enfatizó que el mundo no puede ser al revés, la ley está clara y dice que hacer, que las Fuerzas Armadas pueden apoyar en situaciones especiales, y mantener el orden público es labor del policía para eso se forma.
Del expresidente, Alejandro Toledo afirma que su respaldo a la medida se sustenta en su desconocimiento de lo que es la defensa nacional. A diferencia de Alan García, político inteligente pero con un rechazo a los uniformados probablemente por la captura de su papá.
Trató de modernizar las Fuerzas Armadas, pero compró sin autorización de la comisión técnica los tanques chinos, un gasto innecesario en “chatarra”. 
El general es duro crítico del actual presidente, Ollanta Humala, al calificar su gobierno de “desastroso” donde gobierna la esposa. Se refirió a él como “un muchachito al que le dijo su papá, vas a entrar al Ejército para ser Presidente”, donde pensó se hacía lo que le daba la gana, y no cumplió su formación porque encabezó el levantamiento de Locumba. 
EL PODER POLÍTICO
¿Luego de la sumisión de las Fuerzas Armadas durante el gobierno de Fujimori, ha recuperado  la confianza de la población?, interrogo. “Se estuvo trabajando en eso, y llegó un momento en que ya se tenía confianza, pero lamentablemente se puede perder con las acciones que está haciendo Ollanta de ascender cuando no corresponde y dar más vacantes”, dijo.
Gómez de La Torre no duda en comparar a Ollanta con el exasesor presidencial actualmente preso, Vladimiro Montesinos por su intervención en el Ejército, quien designó a 13 generales de división de su promoción 1966. Lo normal es que sean de dos a cuatro los que asuman los cargos de las distintas promociones.
Sostuvo que ahora Humala actúa peor porque amplió hasta 40 los años de servicio para dar más opción a los de su promoción “Héroes de Pucará y Marcavalle 1984”. “Ha descabezado como tres o cuatro promociones que no han tenido comandantes generales disponiendo  a caballazo, su paso a retiro”. 
En setiembre último Ollanta ascendió a cuatro integrantes de su promoción, de generales de brigada a generales de División del Ejército.
Entre ellos figura el general de brigada Manuel Gómez de La Torre Araníbar. Un sobrino del general en retiro de quien destacó sus cualidades de militar y estudiante aplicado desde el colegio, número dos en su formación militar y número uno en todos los cursos. 
Pero no duda en afirmar que no le correspondía ascender este año porque no reúne los requisitos. Le aconsejó no meterse en “cuestiones políticas, ni juntarse con Ollanta”, quien estaría buscando congraciarse con su promoción jalando a los mejores. Gómez de La Torre aclaró que la sucesión de cargos no está establecida por escrito, pero es una norma histórica y su incumplimiento está generando malestar interno. Palabra de general en retiro que suena a alerta para caminar derecho. 
DE SOLDADO A ESCRITOR
El general en retiro ha cambiado los cuarteles por su cálida vivienda, con una chimenea con leña seca, donde al ingresar no se asoman condecoraciones o distinciones castrenses. 
Ahora las únicas órdenes que reciben son de su esposa, Marta Urquieta para llevar tortas a pedido y de su nieto Joaquín de cuatro años de edad. Comienza el día a las 06:00 horas, durante la mañana se interna en su «fortín» que está ubicado en el segundo piso, y por la tarde es tiempo de hacer tareas, jugar fútbol, ir al parque y los juegos de mesa (armar rompecabezas, ludo, domino, damas) con el pequeño.
Desde que pasó a retiro en enero de 2003 ahora se dedica a escribir. Ya está por concluir el libro sobre el conflicto de 1911 de Perú con Colombia del que hay poca información, y es el primer conflicto luego de la guerra del Pacífico.  El siguiente será para desterrar la “leyenda negra” que pesa sobre Arequipa en el conflicto bélico con Chile, donde hay afirmaciones que los arequipeños se rindieron.
Para preparar sus textos en una computadora se interna en una especie de “fortín” que está en el segundo piso de la vivienda. Sus medallas de colegio desde inicial hasta secundaria y toda su vida militar desde subteniente hasta general, están protegidas en vitrinas.
Banderines de comando, cuatro uniformes, el utilizado para el desierto el primero que se confeccionó en el país, de cuartel, de selva y el de diario. Además un informe de diario de cuando fue general de división que no se coloca desde hace 12 años. Por norma, solo pueden hacerlo cuando se casa una hija, a su muerte o en ceremonias oficiales con autorización del comandante.
Entre sus recuerdos están dos Tuturutus de plata y oro, entregadas por el exalcalde provincia de Arequipa, Juan Manuel Guillén Benavides. Una foto donde está rodeado de escolares de 3 y 5 años de edad a los que invitaba a la comandancia en Zamácola para que reconozcan en el soldado a un amigo que los protege y usa las armas para la seguridad no contra la población. Todos posan junto a un tanque Stuart norteamericano. Una lección que le recordó un joven visitante que lo reconoció en la calle.
Luego que colgó el uniforme, tuvo el hobby de armar pequeños modelos de vehículos blindados del Ejército.  Tiene un M20, PTO 113, T55, Stuart y Shilka, un vehículo antiaéreo que demoró casi tres meses en armar con ayuda de pinzas.
Gómez de La Torre es arequipeño por casualidad, porque su mamá mollendina dio a luz en esta ciudad a donde llegó para tramitar documentación. Al mes de nacido viajó en buque a Lima. Su madre lo veía como médico y su padre como aviador, pero él eligió el Ejército donde permaneció por más de 30 años sin complicaciones pese a un soplo en el corazón, un mal congénito.
El general en retiro tiene 67 años de edad, con un bigote blanco característico por perder una apuesta (look con el que se quedó a pedido de su esposa), y es de hablar fluido. 
 
 
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