EDITORIAL SÁBADO: Los traslados policiales

La reacción de las esposas de los agentes de Policía, que por años han prestado servicios en la región Arequipa, y concretamente en la ciudad capital, y que ahora han sido destacados a otras circunscripciones de la macro región sur, era enteramente previsible, pues se había olvidado en la PNP que la vida de cuartel expone, a quienes integran, el correspondiente cuerpo institucional a tales cambios.

Por otra parte, es evidente que las largas permanencias pueden y dan motivo al aprovechamiento indebido del conocimiento del aparato administrativo, a las presiones de poder y también a la organización de redes de corrupción.

Así que el General PNP Enrique Blanco, resolvió cortar las cosas por lo sano y alrededor de 600 efectivos han sido rotados de las posiciones en que fueron encontrados, luego de años de trabajo tras los mismos escritorios o calles hacia otros destinos, lo que por cierto, supone incomodidad y desazón.

Pero así tenían que ser las cosas, sobre todo, si se trata de represtigiar la labor policial y terminar con lo habitual del quehacer en oficinas, comisarías y delegaciones institucionales que se había acostumbrado a formas de ser que no eran las mejores y también a burocratizarse de manera tal que era visible la obesidad de muchos de los agentes que cumplían su tarea preferentemente sentados.

Resulta comprensible el malestar que significa en las familias que el jefe de la misma, o algunos de sus miembros tengan que dividir sus gastos o irse a vivir en una comisaría descuidando la atención que bien merece su familia o el mayor costo que puede suponer el cambio.

Así tenía que ser por una conveniencia institucional y en tal tarea se empeñó el comando que lideró por meses el ahora exministro del Interior, Daniel Urresti, quien muchas veces hizo críticas al sistema y le dio dinamismo con acciones propias de un efectivo policial, a pesar que él era un general en retiro de Ejército Peruano.