Arequipa

El Cristo Morado retornó a las calles a congregar multitudes

22 de octubre de 2022
UN MAR DE GENTE ACOMPAÑA PROCESIONES.

TRAS DOS AÑOS DE SUSPENDIDAS LAS PROCESIONES LA FE SE MANTIENE VIVA

Aquí algunos rostros que acompañaron a la santa imagen.

Por: Freddy Aguilar Sánchez

El Señor de los Milagros continúa concitando una gran devoción en Arequipa y el Perú. Ello, queda demostrado en las procesiones de más de 10 horas que se vienen realizando en el mes de octubre y que congregan a una vasta legión de fieles que no dejan de acompañar en todo el recorrido el altar, confirmando que la fe sobrevivió a los tiempos de pandemia y se mantiene más devota que nunca.

Un breve recorrido por calles céntricas de la Ciudad Blanca, nos permite conocer la historia de algunos feligreses y las razones de su afición al Cristo Morado. Así encontramos a María, quien camina a paso lento de la mano de su nieta, de unos seis años. Ella vive por primera vez la experiencia de seguir al Señor de los Milagros. Ha venido a agradecer una gracia concedida al Salvador. Su madre las acompaña de cerca, bordeando las calles de Malecón Salaverry. El altar se detiene en una pequeña ofrenda de la zona, donde las familias indican estar felices de que vuelvan a realizarse las procesiones.

Las cuadras huelen a palo santo, ponche y anticuchos. En los parques del barrio de Ferroviarios, la historia de las cuadrillas de cargadores de la imagen del Cristo Morado en Arequipa se remonta a 1960. Aquella época las cuadrillas eran integradas por trabajadores de las principales empresas de la Ciudad Blanca, entre ellas la Número 5 integrada por la Empresa Corporación Comercial del Sur “Ex Consur”.

A ellos pertenece Julio Córdoba, de unos 90 años, cuyo hijo lo ha llevado a ser parte de la procesión, aunque ya no pueda cargar el anda por su avanzada edad. Siempre está presente, y confiaba que el regreso de la sagrada imagen a las calles iba a ser a lo grande. Ellos caminan por Salaverry, cerca del templo del Pilar.

Para él, la imagen representa no sólo al Salvador, sino a una manera de conversar con Dios mismo que se nos fue dado a los peruanos. «Es por eso que en todo el Perú la devoción es inmensa, es nuestra imagen de Jesús», indicó su hijo Rubén, quien lleva del brazo a su padre. Recuerdan que toda la vida la imagen fue símbolo de prosperidad y protección incluso en las horas más aciagas.

LLANTOS Y PETICIONES

El público devoto busca en todo momento estar lo más cerca posible a la imagen. Levantan las manos, algunos entre llantos, cantos y peticiones, otros elevando a sus hijos y sentándolos en sus hombros. La mayoría reza en familia. Ruegan por salud, trabajo, otros imploran un milagro.

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