Arequipa

El drama de estar ciego, pobre y en un país extraño

2 de mayo de 2016
El drama de estar ciego, pobre y en un país extraño

Tiene 70 años y lo vemos con un parlante trasladándose de una calle a otra. Vende poemas y está interesado en promover la medicina natural.

Por Roxana Ortiz
 
Cuando uno pasa por la calle Mercaderes, a la altura de las Galerías Heresi, comienza a escuchar ritmos de jazz, algunas veces blues o a Bob Dylan, que surgen de un parlante y a su lado, un añejo moreno que no pasa desapercibido por su color de piel.  
 
Se trata de Richard Néstor, nacido en Georgetown, Guyana Británica, que se encuentra en Arequipa desde hace año y medio aproximadamente, luego de haber recorrido países como Bolivia o Brasil o ciudades como Lima y Cusco, buscando cura para su enfermedad.
 
A los 40 años aproximadamente, le diagnosticaron glaucoma, la llamada enfermedad silenciosa, que le fue quitando la vista, por lo que decidió viajar a Surinam, donde lo operaron, pero no logró recuperar la visión, por lo que decidió venir a esta parte del mundo a buscar una supuesta cura para su mal en las plantas medicinales.
 
No encontró lo que hallaba en los otros lugares, pero en Arequipa dice que sí, no necesariamente para recuperar la vista; pero si lo hizo para curar otros problemas de salud que surgieron posteriormente y que están relacionados con una buena alimentación.   
 
Su trajinar no fue nada fácil en los últimos años dada su condición, ya que tiene 70 años, es ciego y de piel muy oscura; pero su buen trato y su cordialidad le permitieron recibir la ayuda de personas caritativas.
 
Al principio vendía, y aún lo hace, unos folletos con poemas inscritos, pero no lograba mucho dinero para su sustento, luego le dieron la idea de vender caramelos y apenas le generaba para un plato de comida.
 
Un día la joven estudiante Vilma Bárcena se da cuenta de su presencia y le colabora con unas monedas, surgiendo a partir de ese momento una amistad que lo lleva a contactarse con el Centro de Rehabilitación de Ciegos de Arequipa (Cercia) y allí también conoce a Fernando Ramírez, quien es docente de emprendimiento.
 
Allí lo apoyan y le enseñan a sobrellevar su difícil situación, le enseñan a ubicarse en las calles, a ir de compras, a bajar y subir de un bus y también le ayudaron en comprar un parlante para dejar escuchar la música que lo apasiona y a imprimir su folleto de poemas.
 
De vivir y dormir en las calles, pasó a alquilarse una habitación por la cual le cobran 280 soles al mes, donde cocina, se asea, lava su ropa y pasa sus solitarias noches. 
 
Lo encontramos muy temprano desayunando un plato parecido al tradicional chairo, con varias verduras y menestras; papas, choclo, que el mismo adquiere en la Feria del Altiplano, a un par de cuadras de su habitación. “¿Le apoyan con algunos alimentos?”, le pregunto, y se ríe. “Nadie te regala nada, algunas veces te dan yapa, nada más”.
 
Habla inglés como lengua nativa, pero se deja entender bien el español. Al promediar las 11:00 horas coge su pesado parlante y sus poemas, y se dirige a tomar el bus que lo lleva hasta la calle Rivero, se baja, cruza la calle hasta la calle Mercaderes y allí pasa el día hasta promediar las 5 de la tarde aproximadamente. Por el cansancio algunas veces se lo puede observar dormido.
 
Por la tarde pregunta la hora e inicia el retorno a Miraflores, esta vez se va hasta la avenida Goyeneche donde arriba su bus y se baja en el óvalo Mariscal Castilla. “Ahí me espera mi amiga que vende golosinas y me ayuda a cruzar la calle”, cuenta Richard.
 
Al principio se quedaba hasta más tarde, pero no ha tenido buenas experiencias, porque le quitaban su dinero y en una ocasión, depravados quisieron abusar de él. 
 
A pesar que ha recibido ayuda en Arequipa, tiene la esperanza de regresar a su país y en eso están empeñados sus amigos, a los que se ha sumado la Defensoría del Pueblo, institución que se ha contactado con el Consulado, que en el Perú es Honorario y no ha podido hacer mucho por él.
 
Está de ilegal en el país, por lo tanto no puede acceder a ningún servicio de instituciones públicas, como salud. En Georgetown solo tiene una nieta -su esposa e hijo fallecieron- a la cual hicieron seguimiento a través de las redes sociales y en su muro de Facebook, hallaron un mensaje en el cual decía: “Abuelito te estoy esperando”. Están tratando de contactarse con ella para ver si existe la posibilidad que lo reciba cuando regrese a su país.
 
Pero no quiere ir a ser una carga para ella y se ha quedado tan entusiasmado con la alimentación y las plantas medicinales que ha encontrado en Arequipa, que quiere llevárselas no solo para su consumo, sino también para poner una especie de tienda en la cual pueda comercializarlas.    
 
La única alternativa que han encontrado sus nuevos amigos, es recaudar dinero para poder comprar sus pasajes y permitirle regresar a su tierra. Se necesita por lo menos unos 5 mil dólares, unos 2 mil 200 dólares que le servirán para la compra de su pasaje y el resto para hacerle una bolsa de viaje y tenga para poder mantenerse por un tiempo.
 
La gente que pueda ayudar a éste amable anciano, puede acercarse a colaborar con él allí en la calle Mercaderes y mejor aún, si es que deposita el dinero en la Cuenta Nº 21522228316040 del Banco de Crédito del Perú, que está a nombre de Vilma Bárcena y cuyos fondos son supervisados por la Defensoría del Pueblo y la directora de Cercia.
 
Fernando dice que al final se va a rendir cuenta públicamente de todo el dinero que se recaude; pero también señala que no sólo pueden colaborar con él económicamente, sino con alimentos o simplemente acudir a hacerle conversación, cosa que le gusta mucho, especialmente sentir la compañía de las personas, ya que hubo algunas que no se han portado bien y ha sentido en carne propia la discriminación racial.
 
Si algún estudiante sabe inglés por ejemplo, puede ir a conversar con él y practicar el idioma y a cambio puede apoyarlo económicamente, es una persona sola, no tiene a nadie, es pobre y encima de raza negra, condiciones que no le han ayudado mucho para tener una buena vida, agrega Fernando.
 
Richard ansía tener noticias de su país, pero solo cuenta con una pequeña radio que no le es muy útil, ya que no capta señales del extranjero. “Hay una Sony que si capta, que me ayuden con eso”, dice, mientras va limpiando la mesa en la que estaba desayunando y se prepara para iniciar la jornada laboral en la calle Mercaderes, donde espera que alguien se acerque a brindarle su apoyo. Su cuenta en Facebook es Richard Néstor “El hombre ciego”.
 
Compartir


Leer comentarios