Juntan a pareja de cóndores andinos criados en cautiverio

Gracias a SERFOR y Zoomundo.

El Servicio Nacional Forestal y de Fauna Silvestre (SERFOR) del Ministerio de Desarrollo Agrario y Riego en Arequipa, junto al zoocriadero ZooMundo, lograron reunir a una pareja de cóndores andinos (Vultur gryphus) en un recinto, tras analizar la conducta de ambos especímenes y determinar que existiría una afinidad y compatibilidad entre ellos.

Ambos cóndores, “Mayumi” e “Hipólito”, residían en ambientes independientes pero continuos dentro de ZooMundo.

Cabe recordar que esta especie es monógama, es decir, eligen a una pareja para toda la vida y en ocasiones pueden rechazar a otros de su especie.

El personal del zoocriadero notó que no había rechazo entre las aves y que, por el contrario, ambas aves muestran un comportamiento similar. Debido a ello, coordinaron con los especialistas del SERFOR, a fin de juntarlos en un mismo recinto y evaluar su conducta. El objetivo de esta acción es lograr que los cóndores se acompañen y posiblemente puedan reproducirse en cautiverio.

El cóndor andino habita principalmente en todo el ámbito de la Cordillera de los Andes, aunque en algunas zonas alcanza la costa. Cumple un rol importante en la naturaleza porque al ser un ave carnívora del tipo carroñero-necrófago, elimina restos orgánicos del ecosistema que pueden convertirse en focos infecciosos.

Finalmente en el Perú, el cóndor andino es una especie categorizada como en peligro de extinción.

DATOS:

“Mayumi” es un cóndor hembra que vive en ZooMundo desde el año 2000. Fue traída desde Cabanaconde, provincia de Caylloma, por personal del zoocriadero y del entonces INRENA, hoy SERFOR. La alerta fue dada por la Policía Nacional del Perú (PNP). El ave, que en ese momento era juvenil (plumaje café), vivía en una casa como mascota.

“Hipólito” es un cóndor macho que llegó en el año 2020. Fue traído por especialistas del SERFOR desde el Valle de Chichas, en la provincia de Condesuyos. Personal de la PNP lo encontró abandonado en unas chacras del sector. La evaluación médica veterinaria comprobó que el animal estaba improntado, es decir, que estaba acostumbrado a la presencia del ser humano, por lo que debió pasar a un centro de cría para su mantenimiento en cautiverio.