Arequipa

Los carpinteros que devolvieron la vida a la Unsa

22 de diciembre de 2019

Cuando la Unsa mantenía aulas con pintas y mobiliario deteriorado aparecieron los carpinteros para recuperarlos bajo el liderazgo del exrector Juan Manuel Guillén Benavides.

Por: Roxana Ortiz A.

Hace más de 30 años, el panorama era desolador en la Universidad Nacional de San Agustín (Unsa), como ocurría casi en todas las universidades públicas peruanas. Lucía en estado de abandono, con las paredes llenas de pintas alusivas al Movimiento Revolucionario Túpac Amaru o de Sendero Luminoso, los jardines estaban descuidados, las aulas deterioradas y pocas eran las carpetas en buen estado donde un estudiante podía sentarse a escuchar las clases, si las había.

Así encontró la Unsa el exrector Juan Manuel Guillén Benavides. Un desastre. Hasta que decidió generar un cambio en esta casa superior de estudios; pero no buscó a ingenieros, arquitectos u otros profesionales, sino que decidió confiar la restauración a nada más y nada menos que a los carpinteros de la Unsa.

Así como lucían las áreas académicas, de la misma forma estaba lo que es ahora el Rectorado, el Paraninfo, el complejo Chaves de la Rosa y toda el área administrativa. Únicamente estaban habilitados algunos ambientes para la carrera de educación, pero también en pésimo estado de mantenimiento.

Como no había área administrativa, las oficinas del Rectorado quedaban por la calle Paucarpata, cerca de donde estaba ubicado el taller de carpintería. Guillén asumió el cargo el año 1989 y para llegar hasta su oficina pasaba cerca donde estaban los carpinteros.

“Un día nos fue a visitar y nos dijo si podíamos colaborar para cambiar el rostro a la universidad, nos sorprendimos y obviamente le dijimos que sí, total, era el Rector”, cuenta Juan Luis Villanueva, quien era egresado de la escuela de Bellas Artes y había ingresado a trabajar algunos meses antes al taller.

«Comenzamos por las facultades y escuelas. Tuvimos que retirar todas las pintas que estaban casi en todas las paredes, además de comenzar a trabajar en el mobiliario, porque no había casi carpeta buena. Se tuvo que contratar a más personal y llegamos a ser 60», recuerda.

“La idea del doctor Guillén era que si el universitario no tenía un lugar adecuado para estudiar, no se iba a conseguir cambios”, comenta el maestro.

“El taller parecía un hormiguero. Se ingresaba a trabajar a las 7 de la mañana y algunos se iban a las 7 de la noche. Todos colaboraban, nadie se quejaba, además en ese tiempo la mayoría era soltero, no tenía familia; pero también se portaban bien con nosotros, nos pagaban las horas extras, nos daban alimentos, nos daban un buen trato”, cuenta.

Asegura que no había día en que el Rector no ingresara por el taller, para verificar cómo iba el avance. “No nos sentíamos mal, por el contrario, era algo bueno que la autoridad estuviera interesada en lo que hacíamos, porque no era una vigilancia, además su trato era muy diferente. Se acordaba del nombre de cada trabajador y la labor que tenía cada uno. Tenía una memoria de elefante”, dice y ríe.

Cuenta que muchas veces Guillén se aparecía a medianoche o en horas de la madrugada. Salían a caminar o los llevaba a comer, pero les pedía aportar con ideas, les preguntaba su opinión, cómo se debía hacer tal o cual cosa o cómo estaba el trabajo que estaban realizando.

Villanueva señala que en el taller de carpintería había especialistas en todo y es así que lograron hacer, por ejemplo, hermosos tallados en madera que ahora contienen las pinturas que están en las diversas salas administrativas. Las sillas llevaban cuero repujado que allí mismo elaboraban.

En el pabellón Nicholson se puede observar, desde la avenida Independencia, un gran vitral de 9 metros de altura, creación del artista Jimmy Martínez Salas, quien antes de iniciar el trabajo, había fallecido, así que entre cuatro amigos del taller lo llevaron a cabo.

“Aquí hacíamos prácticamente de todo, aunque algunos tenían alguna especialización, todos colaboraban en lo que se necesitaba”, dice Villanueva, quien es un experto en trabajos de repujado en cuero que se lucen en diversos ambientes universitarios.

En ese tiempo todo el trabajo se hacía en madera caoba, que tiene una gran durabilidad y es por ello que la mayoría de muebles siguen intactos. Ahora está prohibida la comercialización de esta madera, porque se encuentra en peligro de extinción.

El maestro José Luis considera que un ejemplo de todo el trabajo que se ha hecho, está resumido en el Paraninfo Arequipa, la Sala de Sesiones, la Sala de Fundadores y otros, donde trabajaron desde el piso hasta el techo, incluyendo todos los cuadros y objetos de utilería.

Incluso en el Gobierno Regional vi unas sillas parecidas a las de la Unsa, le comento. “Eran nuestras, solo las prestamos, pero nunca fueron devueltas”, recuerda riendo. También hay otras en la Municipalidad Provincial de Arequipa que tienen el mismo sello. Lo que pasa dice, es que antes, luego de culminar los trabajos para la Unsa, también hacíamos encargos a pedido, incluso para los propios trabajadores, a quienes luego les descontaban por planillas.

Este taller de carpintería no solo ha sido mudado de lugar, ahora se encuentra en el Parque Industrial, donde antes quedaba el centro de cómputo, donde se tomaba el examen de ingreso; pero ahora solo cuenta con 18 integrantes, en diciembre se va uno más, por mayoría de edad y poco a poco la familia se va desintegrando. Entre ellos se encuentra Liliana Zevallos, la secretaria, de quien dice los pone en orden, pero además aporta con las ideas para algunos trabajos. “Las mujeres tienen más sensibilidad”, asegura. También integra la familia la mascota “Pelusa”, está un poco subida de peso, porque es la engreída del Parque Industrial y todos le llevan comida.

Las esperanzas de continuar con vida para los integrantes del taller de carpintería de la Unsa no están perdidas, porque el actual rector Rohel Sánchez Sánchez también ha sabido reconocer el valor que tiene este grupo de trabajadores y las obras que ellos hacen, ya están en diversos países del mundo a donde la autoridad ha viajado para firmar convenios o de los visitantes extranjeros que llegaron a la ciudad de Arequipa y se llevan un recuerdo.

“Somos pocos, por eso nuestro trabajo está recargado, porque tenemos una serie de pedidos que debemos cumplir. Ahora estamos terminado los gafetes para los nuevos decanos que deben asumir cargos en los siguientes días”, comenta. En cada gafete va tallado artísticamente el nombre de cada autoridad. También les entregan un estuche en cuero con su resolución.
¿Igual el actual Rector los visita?, preguntamos. “De vez en cuando, ahora más que antes, el problema es que a veces se sueña algo y al día siguiente no los pide”, dice bromeando. Generalmente les solicita algunos souvenirs para llevar en sus viajes que hace al extranjero. Cuadros, retablos, estuches para vinos y piscos, entre otros.

Van a comenzar a dar mantenimiento a algunos salones como la Sala de Fundadores luego de 21 años. Hay la posibilidad que comiencen a hacer trabajos nuevamente por pedidos, de tal manera se pueda generar fondos y volver a tener más personal en la carpintería, según el ofrecimiento de la autoridad agustina, quien les ha devuelto la confianza a estos artistas que prácticamente le cambiaron el rostro a la universidad.

En trabajos hechos en melamine, los resultados están asegurados en las manos de José Luis Mamani, Mario Pauca y Noé Bedoya; en el torno está Abraham Taco; en tallados es especialista Rousbel Grados; en laqueado están Edgard Follano, Pedro Condori, Omar Contreras y Enrique Mamani; mientras que los carpinteros son Rubén Pari, Enrique Mestas, Tomás Pauca, Tomás Ancco, Pedro Quispe y Eusebio Collado; en las ideas Liliana Zeballos y en la guardianía: “Pelusa”.

Un lugar que ahora también lleva el sello de estos artistas, es el estadio Arequipa de la Unsa, lugar en donde también ellos colaboraron en ejecutar una de las obras más trascendentales de las autoridades agustinas. Han terminado ya con la adaptación de los camerinos para los jugadores. Se confeccionaron vestidores para el equipo local y visitantes, muebles para que los deportistas se sientan cómodos antes de ingresar al grass.

“Lo bueno es que no nos han dejado de lado y nos están tomando en cuenta como en un inicio y eso ya es bueno para cualquier artista”, confía José Luis Villanueva.

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