Arequipa

Yura: un hotel para gozar del silencio y del agua curativa

14 de diciembre de 2015
Yura: un hotel para gozar  del silencio y del agua curativa
Por: Lino Mamani A.
 
Guiada por una cruz y entre los cerros resecos, se encuentra el Hotel de Turistas de Yura como si fuera un oasis en un desierto. Es la infraestructura de esparcimiento más resaltante de esta zona que se caracteriza por sus cerros sin vegetación por esta temporada.
 
En cerca de 49 años que tiene este hotel, en sus habitaciones  descansaron congresistas, ministros, políticos, deportistas y hasta expresidentes de la República del Perú. ¿Qué de especial tiene este recinto sin paredes de delimitación que atrae a muchos?
 
El calor no es más denso, sino más fresco en este lugar. Sus jardines escalonados muestran que los que formaron este hotel tuvieron que adecuarse a la naturaleza, antes de ser al revés. El resultado es un lugar de distracción ubicado a una hora de la Plaza Mayor de Arequipa, alejado de los ruidos molestos del claxon, del tráfico vehicular y de todo aquello que suele perturbarnos. Aquí uno puede escuchar su palpitar.
 
Aunque el camino hacia este lugar no parezca presumir algo sorprendente, porque uno sale de la ciudad por el Cono Norte, pasa por zonas invadidas y evidencia un desorden, al llegar a Yura Viejo hará morderse la lengua a los incrédulos.
 
El establecimiento es de primera. Combina notablemente lo rústico  con lo moderno, combina sus paredes de sillar y estructuras sostenidas con rieles con habitaciones que parecen sacados de un hotel cinco estrellas, combina pozos medicinales con jacuzzis hidromasajeantes. Es el único en Arequipa que brinda pozos con propiedades curativas a sus clientes.
 
PERSONAJES
Pendiente de los huéspedes se desplaza de rincón a rincón, Gonzalo Velásquez, uno de los 15 empleados que laboran en la posada. Le dicen “El Gato” por sus ojos claros y habilidad para estar en diversos lados.
 
Velásquez tiene 58 años y 36 de ellos los pasó trabajando de hotel en hotel, atendiendo a diferentes expresidentes de la República. Estuvo pendiente de los pedidos del exmandatario Juan Velasco Alvarado, un día antes de que le dieran el golpe de Estado y lo sacaran del sillón presidencial. En Puerto Maldonado preparó tragos para Alan García. Fue cuartelero de Fernando Belaúnde en el hotel Libertador y Valentín Paniagua también fue uno de los que gozaron de la buena recepción de este hotelero.
 
Pero a quien recuerda con mucha nostalgia es al exmandatario, Alberto Fujimori Fujimori, quien cada vez que solía venir a la Ciudad Blanca, no dudaba en hospedarse en el Hotel de Turistas de Yura. 
 
En los noventa, la Empresa Nacional de Turismo del Perú (Entur Perú) tenía a su cargo la administración de este hotel yureño y del Hotel de Turistas de Arequipa (hoy hotel Libertador). Gonzalo Velásquez, quien laboraba en este último como jefe, enviaba dos de sus mejores mozos para que atendieran al japonés cada vez que iba rumbo a Yura.
 
Fujimori siempre elegía la habitación 105, un espacio que no tiene nada de especial y que por lo contrario era la más barata. Solo es un cuarto pequeño de 13 pasos, con baño privado, dos camas, ropero y una puerta con salida al balcón para apreciar el paisaje. El periodista Jorge Turpo Rivas publicó en el 2012 una crónica sobre este curioso visitante que luego compiló en su libro El viejo hotel de Fujimori y otras crónicas.
 
“En Lima, en su celda de la Diroes, el exdictador quizás tenga más comodidades que las que tuvo en la habitación Nº 5 del hotel Yura (…)”, escribió.
 
-Me llaman y me dicen: ¡Quiero separar la habitación donde durmió Fujimori! –cuenta Patricia Quispe, la administradora de esta residencia, quien asevera que es el espacio para pernoctar más solicitado. 
 
Pasar la noche en aquel cuarto, le cuesta a uno 150 soles, 20 soles menos que las habitaciones con duchas hidromasajeantes para tres (170) y 50 soles por debajo de la habitación de 200 soles, la más cara del hotel que contiene jacuzzi. Fujimori prefería pasar una estadía sin lujos.
 
Aunque muchos no lo recuerdan –o no lo quieren recordar-, en este hotel también se albergó el expresidente del Perú, Eduardo López de Romaña. El arequipeño solía acudir para tomar descanso luego de su labor estresante.
Un grupo de sus conocidos, enterados de su presencia, acudieron a visitarlo al hospedaje donde lo hallaron sin vida. Fue el 26 de mayo de 1912.
 
RENACIENDO
Gonzalo Velásquez recuerda que hace unos años no había energía eléctrica en la residencia. Los hoteleros tenían que guiar con linternas a los huéspedes hacia los baños termales. 
 
Las aguas termales de Yura son famosas en la población porque aseguran tienen propiedades curativas. Está el pozo Tigre, donde existe mayor concentración de azufre y los bañistas solo pueden estar media hora en el agua como máximo. Se dice que ayuda a curar males estomacales, artritis, ayuda al cutis y otros males.
 
También está la poza Tadeo Haenke (familiar) ideal para los niños. Más abajo está el pozo de Zamácola, nombrado así porque fue el padre Juan Domingo Zamácola y Jáuregui uno de los primeros en descubrir de las propiedades curativas de los pozos.
 
Al final, junto a la embotelladora de cola Escocesa, conocida marca de gaseosas de Arequipa, está el pozo del Fierro Viejo, donde afirman que el agua ferruginosa puede hacer que el varón recupere su vigor eréctil y decirle adiós al viagra. También se aplica para terapias a personas psicópatas, según el letrero informativo al ingreso.
 
-Desde Lima vengo, cada tres o cuatro meses. Como no soy regular visitante no me curo pero igual me relajo –dice Gloria Carbajal.
 
Los fines de semana, van cerca de 180 personas a los baños termales. Mientras que más de 10 habitaciones quedan ocupadas. 
 
El hotel está a cargo de la Municipalidad de Yura desde el 2008 –luego de ser administrada anteriormente hasta por cuatro instituciones-. El alcalde de la comuna, Harry Gómez Ramírez, afirma que elaborarán un plan turístico para difundirlo, junto a otros atractivos de su distrito como las cataratas de Ccapúa, para tener mayor fluyo de concurrentes.
 
Dentro de este hotel de paredes blancas y detalladamente mejorada, se visualiza una pequeña cabaña rodeada de césped y árboles. En ese reducido cuarto hecho con sillares y a punto de desplomarse, aún se lee “Monumento histórico, donde vivió el fundador de Yura, José Nodal y Noguerol, 1831”, quizás el primer “huésped” de este maravilloso lugar.
 
 
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