Arequipa

Jefe de la UCI COVID-19: “En toda mi carrera nunca afronte algo parecido”

22 de junio de 2020
José Quispe Almerón con traje puesto listo para 12 largas horas de trabajo.

El rostro de un médico héroe en Arequipa.

Jorge Quispe Almerón, es el jefe de la Unidad de Cuidados Intensivos para personas con la COVID-19, en el hospital Honorio Delgado. Pasa 12 horas diarias atendiendo a los pacientes más graves que se contagiaron con este virus. Terminada su jornada, se dirige a casa y cumple una labor adicional: Es padre de Rodrigo, de 3 años, y tiene que atenderlo y jugar con él. ¿Cómo es la vida de un profesional que los últimos 8 años de su vida se dedica a atender a los pacientes más críticos en el principal hospital de Arequipa?

A las 8 de la mañana del sábado 13 de junio, Jorge Quispe, médico internista que dirige la UCI para pacientes con el coronavirus en el hospital Honorio Delgado Espinoza, designado para esta emergencia como el nosocomio COVID-19, ha terminado su turno. Aparece por la puerta principal y luce cansado. Es previsible, estuvo despierto toda la noche monitoreando el estado de las personas internadas en su unidad. Él está al mando y mantiene una serenidad lograda tras 8 años de trabajo en los que se dedicó a atender a personas que llegaban en estado crítico hasta el hospital que es denominado el principal y más importante de la región y uno de los principales centros de atención del sur del país.

Arequipa, fue la primera región después de Lima, en el que se detectó a una persona con COVID-19. Ocurrió el 7 de marzo, y ahora a más de tres meses, se ha registrado a cerca de 8 mil personas contagiadas con el virus del SARS-CoV-2, y somos en el sur, el departamento que presenta mayor cantidad de casos. El estado más crítico de la enfermedad obliga a las personas a llegar a los hospitales para pedir ser internados en una cama UCI, que disponga de un ventilador mecánico y les permita respirar. Esta semana, el gobernador regional y las autoridades sanitarias anunciaron que ya no contaban con este tipo de camas disponibles, y de inmediato, desde Lima, un ministro trajo 6 ventiladores para ampliar la disponibilidad de los mismos.

En medio de la pandemia y el incremento de casos, el doctor Quispe, se dio un tiempo para conversar con nosotros. Es consciente de que esta situación, es excepcional y única. Desde que inició su labor profesional nunca había afrontado algo parecido. “Tengo 40 años de edad, y nunca había pasado por algo similar. Esto es nuevo para nosotros desde el punto de vista de la complejidad de la enfermedad y cómo tenemos que afrontarla”, comenta. Quizá eso lo motivó a aceptar el encuentro, saberse uno de los protagonistas anónimos de esta lucha iniciada contra el enemigo invisible. 

“Tengo 40 años de edad y nunca había pasado algo similar”, concluye.

EL ÁREA CRÍTICA

Cuando uno decide ser médico, tiene la opción de escoger diferentes ramas en las cuales desempeñarse. Todas ellas tienen su importancia, y desde su campo de acción, tienen solo un objetivo: lograr que el paciente mejore su estado de salud y se incorpore satisfactoriamente y haga su vida normal. A Jorge Quispe siempre le llamó la atención y le gustaba poder desempeñarse en aquella que le demandará un mayor esfuerzo, eso lo motivaba. Y así cuando culminó sus 7 años de estudios en la Universidad Nacional de San Agustín y tras realizar su SERUM (Servicio Rural y Urbano Marginal en Salud), hizo un residentado médico con la especialidad de medicina interna y allí fue donde descubrió su vocación por trabajar en las áreas críticas. “Allí tuve la oportunidad de estar en la UCI del hospital Rebagliati en Lima y empecé a tener esa desviación para el área crítica. Me gustaba porque allí puedes desarrollar un plus adicional para salvar al paciente y además al estar en esta área tienes que conocer lo más complejo de todas las especialidades”, nos explica.

Con esa decisión ya tomada y al culminar el residentado médico ingresó en el 2012 a trabajar a la unidad de Shock Trauma en Emergencia. En este espacio se atiende a pacientes que han sufrido accidentes como infartos agudos, traumatismos, infecciones severas, entre otros que ponen en grave riesgo la vida de las personas. Tras dos años de estar allí fue designado para atender en la UCI del Honorio, en el cuarto piso. Mientras desempeñaba su labor, los casos graves de personas que habían adquirido el virus de Wuhan, aumentaban y su jefa, de 66 años de edad, fue enviada a casa para realizar trabajo remoto, Quispe Almerón tuvo que asumir la jefatura y ahora dirige a los 10 médicos, entre internistas y residentes que atienden a 10 pacientes.

CAMBIOS DE RUTINA

Jorge, ha desarrollado casi toda su carrera médica en el Honorio, y desde su óptica narra los dos principales cambios radicales que grafican la actual situación. La primera son las extremas medidas de bioseguridad que tienen que aplicar. Recuerda que, al inicio de la pandemia, se demoraba hasta 30 minutos para colocarse correctamente aquello que ahora se escucha a diario y a cada momento: su equipo de protección personal, la mascarilla N95, los guantes, entre otros implementos. Antes, cuando llegaba al trabajo, se cambiaba rápidamente y con un traje no tan “seguro” como el de ahora, sin embargo, las cosas han cambiado. Cuenta que usa hasta 5 pares de guantes para revisar a los pacientes, lo cual hace que pierda la sensibilidad y requiere de un doble esfuerzo para hacer su trabajo. La costumbre sana que se tenía de saludarse dando la mano, o con un beso, también ha desaparecido de las cosas que realizamos todos. Eso es un poco chocante y también forma parte de la nueva normalidad a la que muchos nos estamos acostumbrando. Por su seguridad y la de su familia, les es obligatorio bañarse antes de salir del trabajo. Ese también es un cambio en su vida médica.

Más equipos para enfrentar la pandemia.

TRABAJO Y ESPERANZA

El joven profesional y jefe de la UCI COVID-19, es optimista. Sabe, por experiencia propia, que las personas que llegan hasta aquí, no tienen pronósticos alentadores en general. Sin embargo, lo más satisfactorio de su labor, es la recuperación de ellos. “Esta patología tiene una mortalidad alta, así como los pacientes pueden fallecer hay de los que sobreviven y la satisfacción está en la sobrevivencia. Si se muriera el 100 % de los que llegan uno diría que el esfuerzo es en vano, pero en la estadística que tenemos los recuperados con aquellos que lamentablemente han fallecido es la misma cantidad”.

Rodrigo tiene tres años y es el motor de su padre.

LA FAMILIA

Rodrigo Quispe tiene 3 años y medio y no sabe que estamos en medio de la emergencia más grande que ha visto el país en años. Cada vez que su padre regresa a casa, está activo y quiere jugar. Su papá, saca las pocas energías que tiene y cumple con su labor. Junto a su esposa, también médica, tienen que turnarse para atenderlo. Ellos también soportar los cambios sociales que vivimos. Sus padres que antes los ayudaban en el cuidado del nieto, ahora no pueden hacerlo, son mayores de 60 años. Jorge y su esposa, quieren protegerlos y evitar que salgan de su casa.

DATO

Para decidir ser médico uno tiene que anhelarlo de verdad. Muchas de las personas que logran ingresar a una carrera como esta se preparan años y al lograrlo tienen que esforzarse por 7 años más. Es una de las profesiones más largas que existen. Al protagonista de esta historia, la predilección por los cursos de ciencias naturales, fue el paso premonitorio para decidirse por estudiar Medicina. Ningún familiar cercano es médico, sin embargo, la vocación por ayudar a las demás personas fue determinante para hacerlo. Hoy, aquel niño y adolescente que estudió sus once años en el colegio Claretiano y en los que descubrió los inicios de lo que sería su futuro, está haciendo lo que más le gusta: servir a la sociedad en la primera línea.

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