Mypes: El productivo de Arequipa y del Perú

Artículo de opinión por: Edith Choque, CEO de Pro Avance.
Caminar por las calles de nuestra Arequipa, desde el bullicio comercial de la plataforma Andrés Avelino Cáceres hasta los talleres artesanales de Yanahuara o las acogedoras picanterías que son alma de nuestra tradición, es ser testigo del motor infatigable que impulsa nuestra economía: las Micro y Pequeñas Empresas, las Mypes. Son como los sillares de nuestras majestuosas construcciones; innumerables, a veces modestos individualmente, pero juntos conforman la estructura robusta y resiliente de nuestro tejido social y productivo. Detrás de cada una de estas unidades económicas, hay una historia de esfuerzo y pujanza, de sueños que buscan abrirse paso y de familias que encuentran en ellas su sustento y su esperanza.
Desde Pro Avance, hemos acompañado por más de dos décadas el palpitar de estas Mypes, no solo en el sur, sino a nivel nacional. Y las cifras confirman su trascendencia. En el Perú, más del 99 % de las unidades empresariales formales son Mypes, un dato que nos habla de una economía profundamente arraigada en la iniciativa de pequeña escala. Estas empresas, que a menudo nacen de una idea audaz o una necesidad apremiante, no son solo estadísticas; son el reflejo de nuestra diversidad y creatividad. Según datos del Ministerio de la Producción (Produce), las Mypes generan cerca del 40 % del Producto Bruto Interno nacional. Imaginemos por un momento el impacto: casi la mitad de la riqueza que producimos como país descansa sobre los hombros de estos emprendedores. Su rol en el ámbito laboral es aún más contundente, pues se estima que brindan empleo a más del 75 % de la Población Económicamente Activa (PEA) ocupada en el sector privado. Son, sin lugar a dudas, la principal fuente de trabajo para millones de peruanos y peruanas.
En Arequipa y en toda la macrorregión sur, esta realidad se vive con una intensidad particular. Nuestra tradición emprendedora, forjada en la adversidad y nutrida por una rica herencia cultural, se manifiesta en una vibrante actividad mype en sectores clave como el turismo, la gastronomía, la agroindustria con sus productos estrella, la confección de prendas de alpaca y el comercio en general. Cada pequeño restaurante que ofrece un adobo dominical, cada artesano que moldea la plata o teje la fibra, cada agricultor que lleva sus productos frescos al mercado, es un eslabón crucial en una cadena que genera bienestar y desarrollo local. Son estas Mypes las que, con su dinamismo, dotan de identidad a nuestros barrios, preservan saberes ancestrales y ofrecen oportunidades donde a veces el gran capital no llega.
Sin embargo, su camino no está exento de espinas. La informalidad sigue siendo un desafío importante, limitando su acceso a mercados más amplios y a los beneficios de la seguridad social. El acceso a financiamiento adecuado, la brecha digital que dificulta la adopción de nuevas tecnologías, la necesidad de fortalecer sus capacidades de gestión y la competencia, a veces desleal, son obstáculos que enfrentan a diario. Pero, así como el Misti se yergue imponente a pesar de los vientos, nuestras Mypes demuestran una resiliencia admirable, una capacidad innata para la innovación cotidiana, buscando soluciones creativas para subsistir y crecer. Son expertas en encontrar nichos, en adaptarse a los cambios del mercado y en construir redes de colaboración que suplen, en parte, la falta de estructuras de apoyo más robustas.
Es imperativo que, como sociedad, reconozcamos y valoremos en su justa dimensión el aporte fundamental de las Mypes. No son un sector marginal, sino el corazón mismo de nuestra economía. Fomentar su desarrollo no es solo una cuestión de crecimiento económico, sino de desarrollo justo y equitativo. Esto implica simplificar trámites para su formalización, facilitar el acceso a crédito con tasas preferenciales, promover programas de capacitación continua y asistencia técnica que realmente se ajusten a sus necesidades, e incentivar su articulación en cadenas productivas más competitivas. Para las propias Mypes, el desafío está en abrazar la planificación estratégica, la innovación constante y la búsqueda de la excelencia. Invertir en conocer su mercado, sus fortalezas y sus áreas de mejora es el primer paso para asegurar un crecimiento sostenible. Arequipa y el Perú necesitan de sus Mypes fuertes y prósperas; apoyarlas es apostar por un futuro con más oportunidades para todos.
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