Arequipa

Reencuentro en la nostalgia del Día de Todos los Santos

2 de noviembre de 2022
Imagen de Cristo entre los nichos.

MILES VISITARON A SUS FALLECIDOS EN LOS CAMPOSANTOS DE LA CIUDAD

Algunos rostros que nos dejó esta jornada de reencuentro en los cementerios.

Por Freddy Aguilar.

Cae la tarde en el cementerio de Cayma. Fabricio y su madre Rebeca visitan a sus bisabuelos, aún presentes en sus memorias. Llevan dos ramos de flores, y uno más para otro tío de la familia que murió muy joven. Es tradición para ambos rezar frente a sus tumbas, recordarlos con pocas palabras y salir a comer un platillo en los quioscos que siempre se sitúan en el ingreso del camposanto.

Es un cementerio muy antiguo, cuyas tumbas más remotas datan desde 1600. Muchos de los visitantes son adultos mayores, que, a pesar de su andar lento, no dudan en visitar los restos de los familiares. Fabricio, en sus 20 años reconoce la higuera que cruza como dintel la portada principal. Lo novedoso es un árbol pintado con una estampa de Jesucristo en brazos de su triste madre.

Sin embargo, muchos la pasan mal este día, sinónimo para ellos de una nostalgia muy triste por sus cercanos desaparecidos. Sobre una tumba que se encuentra al nivel del césped llora una pérdida tan grande, como la de su hijo. Sentir que su ser amado se ha ido para siempre de su lado la acongoja de sobremanera. Cada mes viene a visitarlo, porque esa tumba representa el lugar de reposo de alguien importante para ella.

El señor Augusto visita mensualmente a su madre, quien falleció hace ya casi 50 años. Recuerda que vivían en Cerro Viejo, y por la cercanía, cuando su madre falleció, decidieron enterrarla en el cementerio de Cayma. Su tumba es una pequeña piedra cuadrada y de color tierra que ya no muestra ningún nombre para ser reconocido. Poco le importa al hijo, para quien mantener viva en su memoria el recuerdo de su progenitora es suficiente.

Algunos transeúntes pasan con frialdad entre los restos arequipeños que pisaron las mismas calles y pasajes que ellos. Entre ellos, los niños de la familia Huamaní que a su corta edad no reconocen el significado de la muerte. Sus padres calman su euforia y juegos en el recinto santo. Representan el contraste entre vida y muerte, existir y perecer, como el destino que nos ata a todos los hombres. Ellos lo sabrán pronto.

Por lo que resta de la tarde, Fabricio espera visitar un par de cementerios más con su madre, donde otros familiares descansan en la otra vida. Espera, si es posible, salir a jugar una pichanga en su barrio, para alejarse de la nostalgia y los recuerdos que este día inundaron los corazones y memorias de todos los arequipeños que visitaron a sus santos.

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