Arequipa

El huayco Castillo

28 de abril de 2021
Foto: El Comercio

Por: Manuel Paz y Miño, filósofo y eticista

Como ya sabemos, cual aluvión andino y a diferencia de varias encuestas previas, el educador Pedro Castillo obtuvo la más alta votación con casi el 19 % en las elecciones presidenciales del 11 de abril. Y la administradora de empresas, con estudios en los EE. UU., Keiko Fujimori le sigue en el segundo lugar, con más del 13 % de los votos. Así, ambos irán a la segunda vuelta este 6 de junio.

Los dos candidatos representan los dos extremos del espectro político peruano: Castillo, la izquierda antisistema, y Fujimori, la derecha defensora de la hoja de ruta neoliberal implantada hace 30 años en el Perú. El primero ofrece el cambio del modelo económico y la segunda, la continuidad y mejora del mismo.

A Castillo se le vincula tendenciosamente a la facción del SUTEP-Conare y, así, con el MOVADEF, uno de los brazos políticos de Sendero Luminoso, y se le presagia, al ser su partido político Perú Libre declaradamente marxista, convertir a nuestro país en una futura Venezuela empobrecida (como si no hubiera pobres acá). A Fujimori se le relaciona maliciosamente como la heredera del gobierno de su padre Alberto, en el que se derrotó a la hiperinflación y la subversión senderista y emerretista, que compró a todos los medios de comunicación que pudo, y que eliminó sumariamente a civiles, supuestamente terroristas, y ella misma actualmente tiene acusaciones fiscales sobre lavado de activos, y se le presagia que, de salir electa presidente en el que sería su tercer intento, favorecerá a los grandes grupos de poder económico extranjeros y nacionales y, de ese modo, seguirá imperando la corrupción y la injusticia social.

¿Qué se ha respondido a estas acusaciones? Castillo ha dicho que son falsedades las imputaciones sobre sus vínculos con grupos subversivos. Por su parte, el neurocirujano Vladimir Cerrón, secretario general de Perú Libre, ex gobernador de la región Junín y con prisión suspendida por el delito de negociación incompatible, cuya sentencia fue calificada de “persecución política” por su partido, ha declarado que aunque su agrupación es marxista, no es dogmática y seguirá su propio modelo (que el boliviano Evo Morales ha dicho que lo ha exportado al Perú). Castillo, de triunfar, llamará a referéndum para cambiar la Constitución, recortará el salario presidencial y nacionalizará las empresas prioritarias del rubro de hidrocarburos y la minería siempre y cuando no acepten renegociar con el Estado. Más que una política socialista, donde no haya propiedad privada de los medios de producción, iniciará una de tipo nacionalista.

Por su parte, Keiko Fujimori, ha reconocido los “errores” cometidos por su padre y ha prometido que no se repetirán en un eventual gobierno suyo y, por supuesto, defenderá la Constitución neoliberal (y entreguista) de 1993 implementada durante el fujimorato. Ha rechazado tajantemente haber recibido dinero ilícito y que las recientes acusaciones contra ella por parte del Fiscal Domingo Pérez buscaban callarla.

Sea como fuere, el pasado 11 de abril, la mayoría de peruanos votó por el cambio, cansados de ser postergados y engañados por falsas promesas electorales, por un candidato de nuestra serranía, de hablar sencillo y de ese modo entendible, con un claro mensaje: “no más pobres en un país rico”. Y como segunda opción se votó por el continuismo del fujimorismo lo cual evidencia que sigue siendo una tendencia política aún muy presente entre la población de nuestro país.

¿Por quién votar para presidente del Perú?
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