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Historias paternas en Arequipa

18 de junio de 2022
Historias paternas en Arequipa

Por: Freddy Aguilar Sánchez

Al frente del parque Selva Alegre se lo suele ver, vendiendo caramelos a taxistas y transeúntes. La triste mirada sobre la mascarilla es lo único distinguible de su faz. Ojos cansados y ajados por la edad. Pocos denotan que sus sentidos están atentos a lo que sucede con su hijo, un joven que labora en los semáforos y que no tiene donde más estar por las tardes que al lado de su padre.

Vive en Cercado y ha escogido ese lugar para vender porque su hijo adolescente tiene más tiempo para su show. A pesar de lo que ganan, sus prendas siempre parecen andrajosas. Así como el padre, la madre rondaba por los sesenta años, cuando murió de un ataque cardiaco. Luego vino la pandemia donde tuvieron que sobrevivir del apoyo de sus familiares.

Cuando vio la oportunidad de volver a empeñarse, no lo pensó. Don Andrés, como se llama este padre, empezó en la venta de frunas de a sol, porque son las más caras y los niños les gusta. El parque abre los días sábado y domingo, días donde la venta sube. Cuando se termina la mercancía destinada a la jornada, ingresa al parque gratis, pues es amigo de la boletera.

En el reflejo del agua recuerda otras épocas mejores, cuando junto a su pareja venían con su hijo en brazos. Entonces ambos tenían un puesto en las inmediaciones del mercado Villa el Sol en Selva Alegre. Su semblante se entristece aún más, pero es su hijo la razón por la que sigue enfrentando la dura realidad, aunque por momentos el mundo parece en calma.

“Ser padre significa estar siempre dispuesto a apoyar a tus hijos” piensa Don Cesáreo. Él vende galletas afuera del parque y es amigo de don Andrés. Las labores de crianza ya terminaron para él, sus dos hijos tienen cada uno su propia familia. Labora aún para no aburrirse y para no depender económicamente de sus hijos.

Es muy conocido en la zona. Los taxistas que limpian sus vehículos conversan con él y compran su gaseosa. Ellos lo tratan con respecto, como a un padre. Él ve en ellos a los hijos que pudo sacar adelante. Entonces recuerda que no le han llamado ese día. Saca su modesto celular de su bolsillo y empieza a reprocharles por su descuido. Así pasa las tardes.

En la calle Cruz Verde el anticuchero empieza a encender su parrilla. Se ubica en la ladera de la calle, muy cerca del paso de las combis. Muchos transeúntes le reclaman su negligencia, pero la venta en esa esquina le da un ingreso que no pueden permitirse perder. Sus hijos cursan la secundaria en el colegio La Merced y les esperan los gastos universitarios. Esta noche los niños solo piensan en qué irán a cenar.

Historias paternas en Arequipa

En este floja y afloja que es la vida, muchos pueden sentirse perdidos. Pero, quien sino un padre puede darnos esa tranquilidad necesaria en una sociedad tan ajena como la nuestra. Es una figura en la cual recae nuestra confianza en el futuro que necesitamos para poder salir adelante. Por eso es necesario agradecerles por lo menos este día.

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