Arequipa

Identidad en tiempos de pandemia

4 de marzo de 2021

Por: Carlos Delgado Román, presidente del directorio de la Beneficencia Pública

Estamos en el año del Bicentenario y nos toca vivir una época muy sui generis debido al cambio en muchas de las costumbres y rutinas de nuestra sociedad, lo que ha conllevado a que se hable de la “nueva normalidad”, pero que, en realidad, dichos cambios no se dan en lo verdaderamente importante. Sin embargo, la “nueva normalidad” debería llevarnos a reflexionar sobre el rol que, como peruanos, debemos asumir dentro de la sociedad peruana.

Hemos sido testigos de cómo la corrupción se instauró inmediatamente iniciada la cuarentena dentro de esta “nueva normalidad”, lo que conlleva a pensar en que las “antiguas costumbres” seguían tan vigentes como siempre y eran vilmente desarrolladas al máximo en el nuevo escenario que se nos presentaba:

  • Mascarillas, alcohol y equipos médicos, sobrevaluados en las compras de algunas instituciones del Estado y por comerciantes inescrupulosos.
  • Clínicas cobrando por pruebas de descarte del COVID-19 que fueron suministradas por el Estado, además de cobrar de manera exorbitante por las atenciones de salud.
  • Mafias de delincuentes falsificando mascarillas, alcohol medicinal, balones de oxígeno industrial y hasta pruebas COVID-19.
  • Algunas municipalidades sobrevaluando el costo de los víveres de las canastas destinadas a los más pobres.
  • Mafias de todo tipo en relación a la comercialización de los balones de oxígeno.
  • Mafias que amenazaban a empresarios honestos que vendía el oxígeno medicinal a precio justo, para que lo elevaran porque estaban “malogrando su mercado”.
  • Manejo subrepticio y al margen de lo ético de las llamadas “vacunas de cortesía”.

Hemos visto tantos hechos de esa perniciosa naturaleza, que nos preguntamos si hay aún espacio para sentirnos orgullosos de ser peruanos. A primera impresión, nos parecería que no, pero la respuesta es que sí, ya que por más que existan hechos que socaban gravemente nuestra construcción de país, también hemos sido testigos de hechos muy loables, que nos devuelven la fe en el ser humano:

  • Los negocios que vendían balones de oxígeno sin incrementar su costo.
  • La lucha indesmayable de muchos médicos y enfermeras que dieron todo de sí para salvar vidas.
  • Muchas donaciones “sin rostro”, anónimas, que lo hacían con la única convicción de ayudar a quienes más lo necesitaban.

Adicionalmente a ello, vemos que en forma progresiva (aunque más lentamente que en otros países de la región) estamos mejorando nuestros indicadores socioeconómicos:

  • Hace 200 años la expectativa de vida no llegaba a los 30 años, hoy alcanza los 77 años.
  • Hace 200 años el analfabetismo sobrepasaba el 80 %, hoy no llega al 6 %.
  • El Índice de pobreza extrema en el 2009 era de 9.5 %, mientras que hoy es de 2.9 %.

Hemos tomado como ejemplo, algunos indicadores y como se puede apreciar, estamos mejorando en muchos de ellos, hecho que dentro de las difíciles circunstancias en medio de la pandemia que vivimos, nos sirve para tener la esperanza necesaria en un futuro mejor; sin embargo, existen males endémicos, muy enraizados dentro de nuestra sociedad que tenemos que extirpar y elevar así el nivel de vida de todos los peruanos.

La gran pregunta es ¿cómo lograrlo? No existe magia en la respuesta, ya que la única alternativa viable es mediante un sistema educativo que desarrolle el sentido de identidad nacional que inserte en nuestra sociedad el hecho de entender que el mal proceder contra un peruano debe ser asimilado como un mal proceder contra todos los peruanos. Es un camino extenso y difícil… pero precisamente ese es el inmenso reto con el cual sentirnos orgullosos de ser peruanos…

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