Columna

A propósito del Bicentenario

28 de julio de 2021

Por: Carlos J. Ylla Quenaya

La celebración del Bicentenario de la independencia de nuestro país trajo consigo diversas actividades. Dentro de ellas se encuentra la elaboración del Himno del Bicentenario, cuya letra estuvo a cargo de María Victoria Vásquez y el acompañamiento musical por María Elena Rossana Díaz Torres. El presente artículo analiza críticamente el texto debido a la importancia del mismo, ya que se impone como un discurso que elogia estos 200 años de vida republicana y a la vez es la mirada de la institucionalidad sobre nuestro país.

El himno del Bicentenario inicia ubicando al Perú en una posición superior. Esto lo podemos observar en la frase “Siempre arriba Perú tu eres grande” esta inmensidad está asociada a la capacidad resiliente del país, ya que al siguiente verso nos menciona “la nación que somete al temor”, es un llamado a dejar el miedo atrás. Existieron varios sucesos que provocaron el miedo en el país, tales como la guerra con Chile, las epidemias, el periodo de violencia política y actualmente la pandemia, intuyo que al mencionar que el Perú es una nación que somete al temor, nos ofrece una perspectiva de la actitud del país con respecto a estos hechos históricos.

En el siguiente verso, existe una alusión al libro de nuestro gran escritor José María Arguedas, título utilizado constantemente para referirse a las múltiples razas y etnias que conviven en el Perú. Un llamado a la hermandad, a la unión y, sobre todo, al cariño, ya que el verbo utilizado es abrazar, palabra cargada de afectividad y que, de alguna manera, refleja a la cultura peruana. A este verso le sigue “y te sirven con el corazón”, mostrando que estas razas y etnias, la población diversa del Perú, tiene un rol de servicio al país. No es un rol cualquiera, ya que señala al corazón como principal órgano de servicio, en esta alegoría el corazón representa la vida como ofrenda, la pasión, la bondad, el coraje y todos los significantes asociados a este órgano.

Empezando la primera estrofa encontramos una referencia al Himno Nacional, recordemos la siguiente frase “Largo tiempo el peruano oprimido”, en el Himno del Bicentenario se inicia con “Ya no somos un pueblo oprimido” lo que señala una sensación triunfalista frente a los 200 años de independencia. El verso siguiente le da contundencia al anterior señalando que esa libertad se ha convertido en la fortaleza del país. Sin embargo “herederos de estirpe valiosa” contradice al coro “todas las sangres”, ya que al señalar una estirpe no se habla de diversidad de razas, sino de una sola. ¿Cuál sería esta raza única de la que somos herederos? Lo que sigue a continuación es el paso de la actitud servil o de defensa, a la actitud de ataque; en donde la nación al salir de la opresión pasa a conquistar. Este término tiene una connotación bélica, implica despojar a alguien de algo o apoderarse, lo que no es lo mismo que empoderarse. Aquí nace otra pregunta ¿Apoderarse de qué? ¿Conquistar a quiénes?

La siguiente estrofa retoma el pedido de la unión. Señalando que es el momento que toda la población ha esperado para unirse y ofrecer esa diversidad a nuestro territorio, esta ofrenda es en señal de agradecimiento y es quizá una alegoría del pago a la tierra, o a la Pachamama, costumbre perteneciente a la cosmovisión andina y vigente aún en nuestro país.

En la tercera estrofa señala nuevamente el concepto de diversidad, no solo ello, utiliza la imagen de la comida: “hoy sentados todos a la mesa” esta referencia puede estar basada en la gastronomía como uno de los principales símbolos del Perú. Quizá la referencia implícitamente señala que no siempre estuvimos todos sentados en la misma mesa. Hay que entender aquí al acto de sentarse a la mesa como una tradición bastante común en la cultura peruana, afirmaría que hasta sagrada. En los siguientes versos de este párrafo se menciona a los 200 años de la independencia y lo interesante es la petición de respeto a la mesa, sin duda se alude a la diversidad, presentándola como una complejidad también, en dónde hay distintas perspectivas e ideologías; a esto se añade al respeto como símbolo de la paz.

En la siguiente estrofa existe una nostalgia sobre el cariño de haber nacido en esta tierra, lo que nos recuerda a las canciones populares. Se asume el periodo de violencia, se habla de los ríos sin dolor, quizá por el periodo de violencia política que mayormente tuvo impacto en la sierra, de donde nacen los ríos. Luego habla de la costa como lienzo para pintar los sueños. Esta puede ser una apreciación del periodo de migración interna, en la que motivo del olvido de los sectores no desarrollados del país por parte de los gobiernos, familias enteras migraron a ciudades de la costa. Lo que también abre una pregunta ¿Es la costa el único lugar para pintar nuestros sueños? ¿La sierra y la selva, aún no son vistos como un espacio dónde soñar? Culmina la estrofa con “y tus triunfos serán mi ilusión” es decir, existe una función metonímica, dónde el triunfo del Perú es a su vez, la ilusión de todos los peruanos y peruanas.

El texto del Himno del Bicentenario cuenta con un constante reconocimiento de las diversidades del país, a diferencia del Himno Nacional, sin embargo, se sigue concibiendo a la costa como el único lugar posible para vivir al país. Cabe decir, que esto refleja una centralidad que la autora no critica sino reafirma. Sin duda, existen elementos que intentan dejar atrás la herencia colonial, pero a mi parecer, el texto cae en contradicciones. Estas son propias a la complejidad de la construcción de la identidad del sujeto peruano.

La creación de un himno que represente a todos y todas, es tarea complicada, quizá por ello esta celebración sea amarga. La pandemia, la crisis social, política y económica, la carencia de representatividad, entre otros, son síntomas de lo fragmentado que se encuentra el país, quizá por eso nos cueste tanto celebrar estas fechas, y a su vez nos sea imposible sentirnos parte de 200 años de independencia.

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