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Brasil, un nuevo (viejo) presidente y sus desafíos

3 de noviembre de 2022
Yasmin Calmet Ipince

TIENE LA MISIÓN DE RESTABLECER LA IMAGEN DENTRO Y FUERA DEL PAÍS

Yasmin Calmet Ipince, profesora investigadora de Ciencia Política y Gobierno en la UCSM.

El día 30 de octubre, frente a una disputa pareja, los brasileros eligieron al nuevo presidente del país, Luis Inacio Lula da Silva, quien guiará el país a partir del 1 de enero de 2023. La disputa presidencial fue ejecutada en un escenario político polarizado, violento y tenso, en el cual vimos campañas muy violentas, con debates sin contenido, vacío de propuestas concretas y llenas de acusaciones y de datos exacerbados que causaron más desinformación y desconfianza con respecto a la credibilidad del propio sistema democrático.

En el último debate presidencial se esperaba que ambos candidatos pudiesen presentar propuestas para los ejes que más preocupan a la población brasileña. Sin embargo, se mantuvo en el escenario de ataques enfáticos sobre lo que cada candidato representaba para el país. Lula continuó con el discurso de recuerdos de la buena bonanza de sus antiguos mandatos, especificando que Bolsonaro había llevado el país al caos, agravando la desigualdad social y poniendo en duda la idoneidad del proceso democrático. Por su vez, Bolsonaro atacó a su contrincante por los crímenes de corrupción en la Petrobras, así como dijo que los institutos de pesquisa de opinión pública se habían unido con la izquierda mentirosa para desinformar al pueblo sobre las intenciones de voto y así robarle la elección.

A pesar de los ataques, esta vez los institutos de pesquisa no presentaron fallas en sus “predicciones”, que indicaban una oscilación en el porcentaje de la intención de votos válidos de 48% a 52% para Lula y de 47% a 49% para Bolsonaro. Los resultados de la elección se mantuvieron en el margen de error estipulado por estos institutos, en el cual el primero obtuvo 50,90% y el segundo 49,10% de los votos válidos.

EL DISCURSO DE LA VICTORIA

Después de los resultados oficiales, Lula dio un discurso emocionado y de conciliación entre el pueblo, los partidos políticos y las instituciones del Estado. En su discurso, el nuevo presidente pudo presentar alguna de sus propuestas, dándole mayor énfasis a las políticas de inserción social, la paz y el diálogo democrático y pacífico entre el Ejecutivo, el Legislativo y el Judiciario.

Lula prometió gobernar para los 215 millones de brasileños, diciendo que “no existen dos Brasiles, somos un solo pueblo, una única nación”. Esta frase es muy impactante, ya que la intolerancia establecida desde las elecciones de 2013, generaron un ambiente polarizado y tóxico para las relaciones humanas en el país, que debilitaron la democracia y abrieron la puerta para una ideología política análoga al fascismo, destruyendo familias, amistades y generó miedo de posicionarse políticamente. Sobre este aspecto, Lula afirmó que en su gobierno será de amor, de unión, de solidaridad, en el cual se “reanudarían los lazos familiares, amicales y fraternales”, concluyendo que “es hora de bajar las armas que jamás debieron ser empuñadas, las armas matan y nosotros defendemos la vida, la paz y el amor”.

Otro aspecto importante de su discurso está el de retirar al país del mapa del hambre, luchar contra la violencia social y política, contra la intolerancia, el racismo, el prejuicio, la discriminación, la violencia sexual, la matanza de indígenas y ambientalistas, y la protección del medio ambiente. En este sentido, Lula recupera un discurso que le rindió reconocimiento a nivel internacional y que, al cumplir con las metas estipuladas en sus propuestas de campaña, logró colocar al Brasil en un rellano de reconocimiento y prestigio internacional.

Ya, sobre el reconstruir relaciones armoniosas con el Legislativo y el Judiciario; Lula enfatizó que era necesario reconstruir el alma democrático del país, elucidando que la Constitución es la única que rige la organización política brasileña y, por lo tanto, nadie puede afrontarla y/o pensar que está arriba de ésta.

DESAFÍOS DEL NUEVO GOBIERNO

Lula tendrá desafíos no muy fáciles de resolver, así que debe contar con una estrategia que le permita unir el mejor y más capacitado equipo para superar las adversidades dejadas por el presente gobierno, entre estas destacó la oposición en el Congreso Nacional, la economía, seguridad pública y medio ambiente.

Sobre la oposición, estas elecciones llevaron al poder un Congreso muy conservador, alineado con la ideología bolsonarista. A pesar de que los presidentes de la Cámara de diputados y el Senado, Arthur Lira y Rodrigo Pacheco respectivamente, hayan reconocido la victoria del petista y comprometido en respetar la decisión del pueblo, colaborando con el diálogo y el fortalecimiento de la democracia, el próximo gobierno cuenta con poco apoyo y tendrá que realizar negociaciones con los congresistas para que pueda poner en práctica las políticas estipuladas en su plan de gobierno. Cabe recordar que Lula tiene 80 Diputados (P, PCdoB y PV) y 9 Senadores, colocándolo en desventaja con relación a la bancada bolsonarista.

Ya en la economía, el escenario se mantiene alerta, sobre todo en lo que se refiere a desigualdad social, cuentas públicas y empleo. La desigualdad social en Brasil ha oscilado entre 0,524 y 0,544 en el índice de Gini (índice que varía de cero a uno, mientras más lejos del cero, mayor es la desigualdad) en los años de 2020 y 2021 respectivamente. A pesar de la tasa del desempleo haber caído para 8,9%, la riqueza se ha concentrado en 1% de la población y la seguridad alimentaria ha acometido a 116,8 millones de brasileños (55% de la población) en 2020, aumentando más 14 millones para el año 2021. Sobre las cuentas públicas, Lula encontrará un país en rojo y tendrá que enfrentar un déficit de más de 63 mil millones de reales, de los cuales más de 19 mil millones pertenecen al presupuesto secreto del actual gobierno para comprar votos de los congresistas del llamado “centrón” y así aprobar leyes y políticas del ejecutivo.

Sobre la seguridad pública, Brasil actualmente enfrenta tasas elevadas de homicidios, violencia sexual y feminicidio. Según el Fórum Brasilero de Seguridad Pública de 2021, el país tiene 2,7% de la población mundial y concentra más de 20% de los homicidios del mundo, si llevamos en consideración los datos del Fórum, y sólo en 2021 el país tuvo 47,503 asesinatos, lo que representa 130 muertes por día. Con respecto a la violencia sexual, en 2021 el país tuvo un alta de 4,2% en relación con 2020, estos datos también muestran que 75% de las victimas eras vulnerables o se encontraban en imposibilidad de defensa y que 61,3% tenían hasta 13 años. Ya las tasas de feminicidio llegaron a los 1,341 casos en 2021, estos números no llevan en consideración las sub-notificaciones.

Finalmente, sobre el Medio Ambiente, en 2018 los índices de deforestación llegaron a 7,536km2, empezando a crecer nuevamente en 2019. El aumento de la deforestación, entre 2019 y 2021, creció en 73%, llegando a una media de 11,34 mil km2. Por otra parte, Lula tendrá que enfrentar una lucha contra el genocidio de los pueblos indígenas, que en 2021 aumentó en 61%, en consecuencia, a la explotación del comercio ilegal de madera, minería e invasión de sus territorios.

Así, a pesar de que Lula trae un plan de gobierno que objetiva recuperar la bonanza de Brasil a nivel nacional e internacional, tendrá que ser demasiado estratégico para lograr poner sus políticas de inserción social y de protección al medio ambiente en práctica. Lula afirma que pondrá en acción un plan de economía verde y de fuerte inversión en conocimiento, ciencia y tecnología para hacer que el Brasil vuelva a crecer; no obstante, este plan no sólo depende de él y de su equipo político, como también dependerá de las alianzas que adquiera tanto en el ámbito nacional, como en el internacional, además de la buena voluntad y paciencia del pueblo en entender y reconocer que los atrasos ocasionados por una mala gestión, no pueden ser recuperados en apenas 4 años de gobierno.

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