Columna

Ciencias naturales y política

7 de marzo de 2021

Por: Anthony Medina Rivas Plata, director de la Escuela de Ciencia Política UCSM.

Hasta hace pocos años, el discurso científico se había mantenido relativamente inafecto de las contingencias del discurso político; es decir, se consideraba que los datos más duros de la realidad física, química o biológica no eran ‘opinables’, como cuando en la sobremesa de un almuerzo un grupo de amigos discute si es mejor el capitalismo al comunismo o la dictadura a la democracia.

Al menos desde 2016, han venido apareciendo grupos políticos que bajo las agendas más dispares han empezado a cuestionar verdades inobjetables presentándolas como materia opinable o controversial, como los que creen que la tierra es plana, que las vacunas te vuelven autista o que el agua contiene flúor para controlar a la población y que ésta ‘no se rebele’ (sí, hay un montón de gente que cree en esto).

Por mi parte, me parece muy bien que existan medios de comunicación con líneas opositoras al gobierno o a un sector político en particular; pero cuando éste se enfoca a desestabilizar a toda costa y porque sí, ocurren ridículos como lo que vimos hace un par de días en Willax con respecto a la supuesta controversia de la vacuna Sinopharm.

Es cierto que vivimos en medio de una guerra de información en que la gente ya no sabe en qué creer; pero al menos deberíamos tener claro ya que las ciencias naturales son verificables o falsables, pero nunca opinables.

Lamentablemente, el prestigio de la UPCH se ha visto gravemente afectado como producto del #Vacunagate y ahora existen muchas dudas sobre los resultados del ensayo Sinopharm; pero eso no debe desviarnos del objetivo principal, que es controlar la pandemia para volver a la normalidad dentro de lo posible.

Y la única vía conocida hasta el momento para lograrlo es a través de la vacunación. Aún es incierto que las vacunas detengan la transmisión del virus, pero lo que sí se sabe es que éstas evitan las muertes y los casos graves con hospitalización. Esto debería ser suficiente para que todos debamos querer vacunarnos.

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