Editorial: Después de Maduro

Desde que se inició el régimen de Hugo Chávez, en América Latina hubo deseos de esclarecer los alcances de una crisis política latinoamericana que se vinculó con La Habana y con el uso indebido de la producción petrolera de ese país para con sus vecinos cercanos y algunos tan lejanos como Rusia.

Se atribuyó también a deficiencias político-partidarias lo que infelizmente ocurrió y que continuó, con caracteres de catastróficas, con el actual gobernante Maduro, la explicación dada por mayorías de observadores señalaban que había responsabilidad en los partidos tradicionales venezolanos que habían conducido mal los destinos del país.

Ahora, y al parecer, estamos cerca del fin de Maduro. La crisis política económica y financiera de los habitantes de Caracas, donde está la sede del gobierno central, provoca angustia, no solo por la migración de cinco millones de venezolanos, sino por lo que podría suceder cuando se produzca la que parece inevitable caída de Maduro.

Lo peor de todo es que hay quienes encuentran similitud entre la crisis de la que estaría por salir Venezuela y la que esperaría Perú por el desencuentro entre grupos que pueden considerarse tradicionales en la política peruana.

Entre ellos resalta también la desaparición de gente como la encarcelada Keiko Fujimori y el muerto expresidente García, sin asomo de piezas de recambio en sus correspondientes movimientos.

La advertencia a tener en cuenta es que lo de Venezuela fue consecuencia de la ausencia de líderes que ya se advierte en Perú y de la necesidad de partidos tradicionales, de descubrirlos y alentarlos a gobernar renacientes democracias que requieren de trabajos conjuntos para superar crisis que confrontan.

La crisis peruana puede derivar en la llegada al poder de extremismos indeseables, sean estos de derecha o de izquierda. Basta observar, en confirmación, lo que está pasando en Venezuela y lo que ya asoma en Brasil.