Editorial: El futuro de Arequipa

Celebrado como ha sido un aniversario más de la fundación española, los arequipeños tenemos la obligación de unirnos para superar una situación que ha sido incómoda para todos y que ha puesto en riesgo nuestra unidad y el futuro de una ciudad cuyas juventudes esperan tener la oportunidad de vivir mejor.

Hemos superado muchas calamidades, la mayor parte de ellas naturales y especialmente derivadas de terremotos o de malos momentos por desencuentros entre los hijos de esta tierra que viven al pie de volcanes.

Esta es una nueva oportunidad para ponernos de pie, olvidar diferencias, procurar liderazgos y ponernos a trabajar pensando en el futuro.

Sabemos que aún quedan heridas por restaurar y definiciones por alcanzar, pero de ninguna manera, pueden significar un paso atrás en el destino señalado por grandes arequipeños que pensaron primero en los demás antes que en sí mismos.

Todo lo hemos conseguido por esfuerzo propio, nosotros no hemos mendigado los favores de otros, y cuando se ha hablado de descentralización hemos aportado hombres y mujeres en la tarea de hacerla realidad y con ellos contagiar a todos los peruanos para procurar igualdad en el trato y en el destino final.

Está a la vista un camino que puede ser diferente en cuanto a sus formas, pero no en el fondo.

Tenemos la obligación de llegar a la grandeza que significa que haya libertad para todos, igualdad para aquellos que tienen esperanza y de encontrar lo que solo podremos conseguir con el esfuerzo comunitario.

Esta no es una invocación, es una obligación de los que aquí vivimos, y queremos seguir viviendo en Arequipa, hasta el momento en que Dios nos llame para regalar en el cielo las virtudes que nuestros padres nos enseñaron a respetar y querer.

La fiesta ha terminado y ahora empieza una jornada de trabajo que tenemos que hacerla todos, porque todos recibiremos el beneficio de lo que deseamos los buenos arequipeños.