Editorial

Editorial: El medio ambiente de Arequipa

Por diarioep / 22 de marzo 2019

Los científicos han confirmado lo que la mayoría de arequipeños percibíamos como una negativa realidad de lo que ocurre en una ciudad que se hizo famosa en el mundo por su eterno cielo azul, su paisaje, su limpieza y su belleza.

Ahora resulta que el Comité Ambiental Municipal, a través de su director técnico, y en especial del secretario del Consejo Regional de Recursos Hídricos, Ronald Fernández, ha sostenido que nuestro medio ambiente ha pasado a ser de regular a malo y que no tenemos metros cuadrados en relación a los habitantes que aquí vivimos que sean suficientes para bien respirar.

Además tenemos elementos contaminantes, ladrilleras artesanales, un parque automotor excesivo y generalmente viejo que maltratan pulmones y reducen la calidad ambiental.

Agréguese a lo anterior que solo se recoge el 68 por ciento de la basura y que seguimos usando casi sin límites bolsas plásticas, plásticos duros y padecemos de un ruido insoportable que está por encima de lo permitido por organismos internacionales.

La advertencia es que el problema empeora día a día, porque no se hace nada real para reducirlo y perdemos campiña y arboles conforme pasa el tiempo y nuestro paisaje cambia por la presencia reemplazante del cemento y el ladrillo en relación a los cultivos de pan llevar.

Por todo lo anterior es oportuno que se adopten medidas sugeridas por el comité ambiental municipal para enderezar plan de trabajo y ajustarlo a las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud, si queremos seguir siendo una ciudad vivible y cómoda para quienes por encima del millón de personas seguimos pregonando que es un privilegio el poder estar en nuestra querida Arequipa.

Cuidar el medio ambiente no solo es problema de las autoridades, sino de todos, porque todos contribuimos a malograrlo, permitiendo que vayan desapareciendo lo que fueron ventajas en favor del ser humano en una tierra que tuvo muy buen clima en otros tiempos y que ahora lo siente perdido.

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