Editorial: En emergencia hay que ser racionales

Desde el inicio de la campaña mundial en defensa de la vida iniciada tras la aparición de una epidemia de gripe complicada que se produjo en China, alentamos la idea de un proceder gubernamental peruano que significara alertar a la población sobre la posibilidad de que el mal tocara las puertas del país, pero rechazamos todo afán que significara un exceso en el decir y en el hacer de autoridades y de responsables del quehacer nacional.

Lamentablemente no se está procediendo con la cordura necesaria y también hay quienes discrepan de las formas en que se está comportando el grupo dirigente nacional que conduce una campaña que tiene que ser básicamente de contención para evitar que el virus cauce más daños que los que ya hemos sufrido.

Se ha podido observar, por ejemplo, una demanda alta en compras de alimentos y desde luego de medicinas que tendrían relación con algunas medidas restrictivas que para el abastecimiento normal de la población pudieran producirse en fecha próxima o como consecuencia de algo semejante a lo que ocurre actualmente en Italia o que está terminando de superarse en China.

Todo esto puede conducir a agravar las cosas y el comportamiento de quienes así proceden puede obedecer a intereses que no son los de la mayoría de los peruanos y desequilibrar los empeños que realizan las autoridades para enfrentar no solamente el coronavirus, sino también el dengue, mal conocido en el país que está causando daño, que ya cuesta vidas y que es más difícil de tratar por las incomprensiones de quienes se oponen a que sus hogares sean protegidos con fumigaciones.

Los peruanos tenemos que mantenernos serenos y unidos para hacer frente al coronavirus y también al dengue, recordando que solo la solidaridad y la razón permitirán superar la coyuntura difícil que vive el mundo y también nuestro país.