Editorial: La paralización de la obra pública

Una de las quejas más frecuentes que la ciudadanía hace al gobierno del presidente Martín Vizcarra, es la lentitud en la obra de ejecución con dinero público.

La principal crítica se centra en el proceso de reconstrucción del norte, en donde, desde el año 2017, en que se produce el fenómeno El Niño se asignaron recursos del orden de los 25 mil millones de soles y se advirtieron demoras en su inversión y rapidez en los trámites indispensables para rehabilitar lo dañado.

En general la inversión pública está ganada, y por lejos, por afanes de reformas políticas por parte del Ejecutivo y que no encuentran eco favorable en el Congreso de la República.

En contraparte el Congreso exige que la obra pública se agilice, se inviertan el dinero del presupuesto y al no registrarse mejoría en este quehacer la respuesta es nuevas exigencias como el adelanto de elecciones, que hasta ahora viene entrampando el trabajo de los diversos ministerios.

Definitivamente hay que hacer algo concreto y positivo alrededor del problema y la única forma posible es que el Consejo de Estado se reúna para terminar con una seria y permanente diferencia entre Ejecutivo y Legislativo, que no tendrá solución feliz, si no es un diálogo constructivo entre peruanos que piensan de maneras distintas, pero que tienen que tener alguna vía de entendimiento.

Que se necesita inversión pública es evidente y cuando esta llegue a los niveles deseables por sí sola vendrá el capital privado a aportar a la tarea del desarrollo, que tanto requerimos en momentos en que también los mercados internacionales no son adversos.

La vía del diálogo todavía está abierta y es posible un entendimiento que todos quieren y que nadie encuentra las puertas para entrar a él. Lo evidente es que tenemos que superar la contingencia actual sin llegar a enfrentamientos mayores porque ya casi es imposible soportarlos.