Editorial

Editorial: La participación militar en la obra pública

Por diarioep / 5 de enero 2019

Cuando se produjo el desastre del norte, como consecuencia del fenómeno El Niño, la ciudadanía quedó gratamente impresionada de la solidaria respuesta que ante el gran mal natural tuvo la Fuerza Armada, durante la gestión del entonces ministro de Defensa, Jorge Nieto.

Los soldados, marinos y aviadores, pusieron su cuota de sacrificio en auxilio de civiles que sufrieron las inclemencias del clima que arrasó casi todo el norte del país.

El propio ministro presidió los operativos de los soldados, movilizó salvamento aéreo y convenció a muchos incrédulos de que la Fuerza Armada es un elemento vital en épocas de crisis y en respuestas veloces ante catástrofes.

No solo es la culminación de un proceso de cambio que siguió al establecimiento del gobierno de transición que conformara el recordado Valentín Paniagua, sino que se convirtió en soporte de una constitucionalidad rescatada y en el afán de reconciliar a peruanos luego de años de violencia, ocasionada por Sendero Luminoso, MRTA y las represiones militares necesarias para evitar que la hoz y el martillo fueran nueva insignia del país.

Ahora los soldados en servicio voluntario reciben preparación técnica para entregar ciudadanos en capacidad de ganarse la vida al salir de los cuarteles y que son formados bajo modernos modos de comportamiento militar.

Rápidamente se han alejado los tiempos en que las crisis políticas se resolvían con un golpe de estado, del que necesariamente tenían que soportar como peso las Fuerzas Armadas.

Es una Fuerza Armada responsable y diferente, está subordinada a la autoridad civil elegida por el pueblo, respalda y defiende la unidad y la integridad nacional y se les ve actuando en todos los terrenos de la actividad peruana en demostraciones que evidencian que los tiempos han cambiado para bien.

Entre el Ejército de ayer y el de hoy, hay un abismo de diferencia. Las Fuerzas Armadas son un soporte claro de la institucionalización del país y de la democracia que tenemos. Trabajan y sienten como buenos peruanos, por encima de colores y de pasiones.

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