Editorial: La voz de la calle

Algunos políticos nacionales están diciendo, hasta en el Congreso de la República, que las manifestaciones callejeras que se realizan en el país y que generalmente se identifican con propósitos de apoyo a un afán de limpieza pública y contra la corrupción, están siendo financiados por dineros ocultos.

La intervención de la congresista Luz Salgado, quién llegó al extremo de decir que la cuestionada empresa brasileña Odebrecht o el multimillonario Soros, estaban detrás de la agitación que tuvo un espectacular presentación la noche del 31 de diciembre del 2018, cuando el fiscal Chávarry anunció al país la destitución de los fiscales Vela Barba y Domingo Pérez.

Han habido otros inconvenientes semejantes como es el caso de las portátiles que respaldaron en su momento a Alan García o se expresaron en contra de él, y finalmente en Arequipa se han escuchado voces que alientan una xenofobia contra los venezolanos que estando aquí se han dedicado al comercio ambulatorio, privando de trabajar en tan ilegal comercialización a los tradicionales ambulantes nuestros.

Es que cuando las calles dominan, las razones no importan y los intereses hacen presa de las masas que pregonan sus ideas y predican sobre sus intereses, ocasionando una confusión que es también consecuencia de la lentitud de respuesta que tienen los organismos estatales.

Una gran responsabilidad en el tema la tiene el Congreso de la República y podría también suponerse que el propio poder Ejecutivo, por la ausencia de un diálogo que siendo necesario es desatendido por quienes tienen la obligación de entenderse para hacer caminar la acción estatal defender la inversión pública nacional y la llegada de inversión privada.

Los problemas nacionales no pueden arreglarse a gritos y mucho menos provocar crispación en una ciudadanía que espera razonamientos y diálogos que permitan superar los principales problemas políticos y sociales del Perú.