Editorial: Los trámites en obras públicas

A propósito de las obras recién iniciadas en las cuatro primeras cuadras de la calle Jerusalén, el estado de parálisis existente en los 200 metros complementarios de la misma vía, las protestas del vecindario por demoras en la ejecución obliga a invocar a los alcaldes provinciales y distritales un mayor cuidado y respeto por los ciudadanos que son afectados por trabajos de mejora.

No puede siquiera concebirse que se inicien labores en avenidas o calles sin haberse previsto, y mediante licitación pública, la realización de trabajos o adquisición de bienes necesarios de forma tal que la obra quede suspendida por falta de materiales.

Eso ha pasado en las cuadras 5 y 6 de Jerusalén, y sería absolutamente indeseable que pase lo mismo en obra futura municipal, o regional, que no tenga en cuenta lo infelizmente ocurrido y el consecuente malestar colectivo.

La planificación de la obra pública entraña una responsabilidad definitoria para bien o mal calificar a la autoridad responsable.

Es que simplemente se tiene que cumplir con la ley, vigilar el cumplimiento de las labores, de quienes son encomendados realizarlas y sancionar a los responsables de omisión o de demora.

Debe también tenerse presente que un trabajo como el citado se está realizando en una zona central y que al caos vehicular ya existente se añade el malestar que supone que se haga algo sin tener el material indispensable para que se realice dentro del tiempo previsto.

Comprendemos que el nuevo municipio tiene la menor responsabilidad en esta incómoda situación y que la censura es particularmente válida para quienes iniciaron los trabajos sin haber tomado las providencias indispensables.

Toda obra pública que se licite o sea realizada por administración directa, deberá tener en cuenta la existencia en el mercado de los materiales que se requiera para no prolongar los plazos de ejecución y agudizar la crítica y protesta ciudadana que resulte razonable.