Columna

¿La fiesta de la democracia?

11 de mayo de 2021

Por: Carlos J. Ylla Quenaya

Lunes 12 de abril. El día anterior votamos. A este proceso lo llaman “fiesta democrática”. Los analistas aplaudieron a la gran cantidad de peruanos y peruanas que sufragaron en medio del pico más alto de contagios y muertes que nuestro país ha experimentado desde el inicio de la pandemia. Un elogio a ¿la valentía? ¿el sacrificio? En fin, en el Perú somos expertos en romantizar todo.

La resaca de esta fiesta, es una a la que estamos (mal)acostumbrados. Al parecer cuando decían que la fiesta era para todos y todas, no estaban siendo sinceros. Los resultados desataron rabietas y berrinches, que evidencian un mal histórico en el Perú: el racismo.

Las redes sociales, espacios libres de sanciones con efecto en la vida real, paradoja de la libertad de expresión; nos dan una muestra de lo afirmado.

“¡Señora Keiko, no crea q la tendrá fácil en esta segunda vuelta. Los odios en su contra agitarán la campaña orientando el voto hacia el “pobre profe campesino”. Los comemierda, morirán en su ley, no les importa el país!”
“Resentidos de mierda, ojalá no caguen nuestro país”
“Por qué Pedro Castillo no está limpiando mi baño”
“Considero que deberíamos viajar y hablar, en compañía de algún familiar que es de allá, con ellos y la gente del lugar. Explicarles y hacerles entender, porque la gente de allá del interior en general, no es como en lima, ellos son más calurosos, más amables y atentos, no como Castillo los pinta de que se han cansado”
“¡Que se jodan, que sigan comiendo de su pobreza, nosotros, los que podemos, nos iremos del país!”
“Esta semana en cama y pasándola mal con el COVID me ha llenado de ideas un poco terroristas, como toserle en la cara a los que van a marcar el lápiz. Pero yo no soy terruca asesina, así que queda como un desvarío producto de la fiebre”

Está claro que la fiesta no era para todos. Esta serie de citas tomadas del muro de amigos, amigas y personajes de la política en Facebook, Twitter e Instagram. Son un ejemplo de racismo. Veamos un somero análisis de las mismas:

En la primera cita la asociación de los términos “pobre” “campesino” “comemierda” nos muestra ese racismo asociado a la clase social. Ser pobre, es ser campesino, y votar por alguien así, te hace comemierda, te convierte en merecedor de los peores adjetivos. Es más, no te importa el país, así vivas en él.

En la segunda, aparece un calificativo que tiene bastante tiempo utilizándose en el Perú: “resentidos”. Señala dos cosas; primero, que existe alguien que ha sido ofendido y segundo, este reactualiza constantemente ese sentimiento. Este término ha sido muy utilizado para llamar a quienes se ha excluido, fijar la atención en la rabia y no en las causas de la misma, es decir, esconde el problema principal. Se usa constantemente para calificar al que protesta o expresa su malestar por la condición en la que vive.

La tercera, reclama el lugar y posición que ocupa Pedro Castillo. ¿Cómo alguien como él (profesor, de provincia, campesino) es candidato presidencial y no una persona del servicio de limpieza? Las ocupaciones en el país, desde la perspectiva racista, tienen un color de piel. Los puestos de poder, no son asignados para la población no blanca.

La cuarta cita, muestra ese rol paternalista hacia el otro, como es ignorante, no sabe votar, por lo tanto, hay que enseñarle y educarle. Esta cita nos recuerda el discurso del español en la época de la colonia. Una forma de civilizar al salvaje, era la educación.

La quinta, reafirma los lugares y posiciones en la escalera social asociadas a la raza. El otro tiene un lugar inamovible, sin ascenso social, por lo tanto, no podrá “escapar” de un escenario adverso.

Y, por último, la cita final visibiliza lo que esconden las anteriores, en todo racismo hay un desprecio por el otro. Bruce señala en su libro “Nos habíamos choleado tanto. Psicoanálisis y racismo” que existe en el inconsciente una necesidad de desaparecer al otro y con él, a sus diferencias. Esta cita refleja ello.  

Como hemos visto, luego de la “fiesta democrática”. Los autodenominados dueños de la fiesta, renegaron de los asistentes. De aquellos que no les son iguales e incomodan cuando no se quedan en su lugar. Como cuando vas a una de esas discotecas pitucas y la gentita te mira de arriba a abajo. Busca en tus zapatos, pantalones, camisa, rostro y cabello, algún signo que les dé una explicación del por qué estás ahí. Esta vez, despreciaron la fiesta, y más que la fiesta, la democracia. Porque en realidad no creen en ella, y no de forma crítica como un anarquista, sino más bien como aquellos fascistas asolapados que cualquier señal de pérdida de poder los revela. No creen en esta fiesta, porque en el afán de privatizarlo todo, pensaron que las elecciones eran algo que también podían poseer. Sin embargo, no fue así. Toparse con la realidad duele, pero duele más cuando vives alejado de ella.

Cuando hay una burbuja de prejuicios que impiden observar más allá de tus narices. No tengo la menor duda de que el racismo es un problema fundamental en nuestro país y evadirlo, lo fortalece. Un país construido desde y para esa minoría llamada élite, va a llevarse siempre las mismas “sorpresas”. Los otros, somos más.

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