Columna

¿Por quién votar para presidente del Perú?

10 de marzo de 2021

Por: Manuel Paz y Miño, filósofo y eticista

Como ya sabemos, las elecciones generales de Perú se llevarán a cabo este 11 de abril   para elegir al presidente, dos vicepresidentes y 130 congresistas de la República así como 5 parlamentarios andinos, todos para el período 2021-2026. 

De hecho la mayoría ciudadana querrá votar por los candidatos de su preferencia, los cuales no necesariamente, a pesar de su gran propaganda, serán los mejores y, evidentemente, si tienen sentencias judiciales, prisiones suspendidas, acusaciones penales en curso, claros indicios de fortunas no bien habidas, moral dudosa, capacidades limitadas y conocimientos pobres de los problemas del país.

No basta que los candidatos tengan excelente oratoria, gran carisma o “buena presencia” y que prometan muchas cosas. Es necesario que sepamos qué han hecho y obtenido en la vida: ¿Qué estudios tienen? ¿Dónde han laborado? ¿En qué trabajan y cuáles son sus ingresos actualmente? ¿Con quiénes se relacionan o se han relacionado laboralmente? ¿Cuál es su situación familiar? ¿Solteros, casados, divorciados o viudos? ¿Tienen hijos? ¿Siempre han vivido en el país o solo recién por las elecciones? Mucha de esa información ya es pública y es nuestro deber como votantes revisar las hojas de vida de los candidatos.

Los candidatos presidenciales en especial deben:

  • Ser, como ciudadanos, líderes en su profesión y su comunidad.
  • Ser honestos y fuertes ante la tentación del dinero fácil, mal habido y corrompible.
  • Ser valientes para enfrentarse a los intereses foráneos y domésticos que perjudican al país.
  • Saber resolver sus problemas personales con prudencia y comprensión.
  • Saber reconocer y disculparse de sus errores.
  • Saber comunicarse con claridad y entendimiento con la ciudadanía, el empresariado, las organizaciones religiosas y cualquier otra institución representativa de la sociedad.
  • Saber cuáles son los problemas prioritarios que afectan a la mayoría de la población.
  • Mostrar particularmente empatía por la gente en necesidad y desventaja.
  • Tener un buen equipo de colaboradores y asesores técnicos capaces, sean o no correligionarios, no improvisados charlatanes.
  • Tener planes de gobierno claros, para que la ciudadanía sepa qué ofrecen para mejorar el país, especialmente la educación y la salud públicas, y cómo lograrán hacerlo.

No importa si el partido de los candidatos presidenciales es conocido como de derecha, centro o izquierda, el asunto es que si tiene una trayectoria de intentos de cambiar las cosas para lograr un mejor país, con mayor justicia social y equidad para todos. O simplemente es un partido advenedizo e improvisado, sin gente preparada y capaz, fundado precisamente para copar y vivir del Estado, para controlarlo a su antojo, de acuerdo a sus caprichos y ambiciones particulares.

A la fecha, hay toda una diversidad de candidatos presidenciales para las elecciones generales de este 11 de abril en el Perú.

Hay nuevos candidatos, con mucho o poco renombre, y otros que son reincidentes, que siempre aspiran a dejar de ser segundones o que sueñan con dejar, en alguna elección, estar entre los últimos. Hay solo dos mujeres candidatas (de ideologías políticas opuestas) y el resto son hombres. El mayor de ellos cumple 80 años de edad y el menor 39 este 2021.

Los hay con experiencia laboral como trabajadores dependientes e independientes, o como sus propios jefes. Algunos son empresarios exitosos o millonarios o solo han sido empleados del sector público y privado. La mayoría tiene experiencia laboral en distintos niveles gubernamentales, uno además ya fue presidente, y la minoría sin ninguna.

Los hay con fortunas obtenidas dudosamente como los que no tienen ninguna. Algunos incluso han sido acusados de corrupción, lavado de dinero o de evadir impunemente la ley. Y así hay quienes tienen procesos penales en curso.

Los hay con residencia habitual de décadas en el extranjero: se consideran más ciudadanos del mundo que del Perú, y hay quienes nunca han salido del país. Unos son políglotas y también hay hablantes de lenguas originarias y alguno masculla el castellano. Hay los que son buenos oradores y se expresan muy bien, y los que no se les entiende o que no saben expresarse ni qué decir.

Varios de ellos tienen incluso posgrados universitarios o doctorados honoríficos. Hay autores de libros y otros que no han publicado ninguno, y entre ellos hay conferencistas internacionales o solo disertantes locales. Alguno es sindicalista, varios se declaran defensores de los derechos de la mujer, los LGBT, el aborto, la eutanasia y el medio ambiente, e incluso anti mineros, y otros se proclaman pro familia, vida y/o inversión minera.

Hay pocos candidatos que se presentan como de izquierda (disputándose quien lo es más que los demás), otros se declaran de centro y algunos son identificados como de extrema derecha. De ese modo, hay candidatos con un discurso más empático, moderno e inclusivo y otros con uno más intolerante, desfasado y exclusivo.

Hay candidatos con elaborados y publicitados planes de gobierno y otros que no se les conoce algo siquiera. Eso muestra que algunos están muy bien preparados y/o que están muy bien financiados y que tienen muy buenos asesores técnicos y otros que no lo están y/o que les acompañan advenedizos.

También los hay defensores abiertos o solapados del actual sistema económico neoliberal y otros que proclaman cambiarlo o aspiran, por lo menos, a moderarlo. Y los hay con un planteamiento que a todas luces no prometen nada concreto y los hay con uno que promete hasta lo imposible.

Ciertamente ninguno de ellos ni el resto de nosotros es un ángel puro y santo, libre de pecado, existiendo en algún lugar del universo de la fe.

No obstante, lo más importante no es solo que, quien quiera ser presidente de todos los peruanos, sea muy decente y valiente para enfrentar los intereses domésticos y foráneos que perpetúan nuestro atraso como nación realmente independiente y dueña de su destino histórico, y tenga un real deseo de hacer del nuestro un país más justo y desarrollado, sino que también posea mucha preparación y experiencia, un gran soporte partidario, un equipo técnico idóneo y, por supuesto, un mayoritario apoyo popular sin el cual no podría asumir el poder para mejorar el rumbo de nuestro país, la bicentenaria República del Perú.

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