Columna

Nos quitan la vida en la carretera

31 de marzo de 2021

Por: Lucas Z. Granda

                En la noche bajan y suben las luces de manera circular por el cerro rodeado de asfalto, no se puede saber si van rápido o despacio a una distancia que solo se ven chasquidos, en caso de que no aparezca la neblina. Se supone que son vehículos pequeños, medianos y grandes que ocupan la vía, donde se trasladan familias, trabajadores, empresarios, docentes, y diferentes personas que tienen una motivación para trasladarse, es algo cotidiano que se ha interiorizado en la sociedad. Solo empezando a cobrar algún tipo de análisis cuando hay una modificación al proceso mecánico y aún mayor si afecta negativamente en el ritmo de vida de las personas.

                La carretera panamericana sur se ha convertido en un estacionamiento de camiones de carga pesada, bloqueando la fluidez de los vehículos menores o vehículos de transporte interprovincial. Los dos carriles quedan insuficientes para el parque automotor fuera de la ciudad de Arequipa, por la explosión demográfica de los nodos de Majes, Islay y Camaná, que crece y crece, el sueño de la autopista que apareció como una utopía hace 10 años, cobra mucha fuerza hoy en día, pero se sigue bajo la misma política de actuar por urgencia y no por prevención de un problema social que pone en riesgo un servicio público como el transporte.

                Hoy, se ha incrementado el tiempo de viaje que se pasa en la carretera, una explicación puede ser el transporte de carga pesada que proviene del corredor minero de las regiones de Apurimac, Cusco, Puno y Arequipa, afectando la movilidad urbana interprovincial e interdepartamental, atomizando los espacios públicos dentro y fuera de la ciudad. Por otro lado está la ineficiente regulación del transporte informal, pequeñas y medianas unidades de transporte ocupan la vía, entonces la infraestructura vehicular está colapsada, vamos camino a incrementar los tiempos de viaje como se tiene en Lima y sus avenidas tan congestionadas. Cayendo de maduro los accidentes de tránsito, por querer llegar rápido sabiendo que no hay espacio para hacerlo.

                Las colas, siempre las colas, recordando a un gobierno aprista en 1985 cuando se ven los automóviles en filas durante horas. En Arequipa se tienen diferentes vías de acceso a la ciudad, la carretera por Cerro Verde, la variante de Uchumayo, Arequipa-La Joya, pero el camino está en hacer vías que no ingresen a la ciudad para poder trasladarse a otra región. Justamente estas vías de acceso han propagado las invasiones sin ningún ordenamiento territorial ni planificación. Pensemos que los problemas son transversales e interdisciplinarios, no solo por el transporte sino también en la política.

                Se sigue en la cola, siempre en la cola, como diría el Gran Combo «caminar sin verlas huellas, correr sin saber a dónde llegar» es el tiempo muerto en la carretera, tiempo que deberíamos estar leyendo o analizando el voto para el 11 de abril.

                No mecanicemos procesos porque pasaremos de viajes de Arequipa a Islay que demoran 1 hora con 45 minutos a 3 horas y 10 minutos, con la inercia que debemos de desterrar y no sabemos que está instalada cómodamente en cada persona.

¿Cómo te hubiera gustado llegar al bicentenario en el Perú?
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