Columna

Por la libertad y la democracia

31 de mayo de 2021
Foto: Marcha contra Keiko Fujimori en Arequipa.

Por: Carlos J. Ylla Quenaya

La crisis de la partidocracia nos ha llevado a crear narrativas crueles como la siguiente: votar por Keiko Fujimori, por la libertad y la democracia. ¿Cómo una persona acusada de crimen organizado, lavado de activos, obstrucción a la justicia y falsa declaración puede representar la libertad y la democracia? Tenebroso y hasta increíble. Este artículo pretende señalar las contradicciones de este discurso.

Hablemos de libertad. Luego de conocer los resultados de la primera vuelta, los medios de comunicación ocuparon un rol clarísimo. Los periodistas pasaron a ser, sin descaro, propagandistas de la candidatura de Keiko Fujimori. No solo los noticieros se sumaron a la campaña, sino también aquellos programas que jamás asumieron postura política, es más, siempre sirvieron de cortinas de humo en épocas de crisis. Hoy, los programas que viven a costa del embrutecimiento masivo y la degradación de la persona, nombrados eufemísticamente “de entretenimiento” nos invitan a votar por la libertad.

¿A qué libertad se refieren? La televisión peruana y de señal abierta lleva sometiendo por décadas a la población a una dictadura de la estupidez, donde constantemente se violan los principios de la ley de Radio y Televisión. Veamos algunos: la libertad de información veraz e imparcial; el fomento de la educación, cultura y moral de la nación; la responsabilidad social de los medios de comunicación; y el respeto al honor, la buena reputación y la intimidad personal y familiar. Todos ellos vulnerados constantemente. Nos hablan de libertad de expresión, pero después de una reunión con Keiko Fujimori se despide a la directora de Canal N y América TV; hablan de responsabilidad social, sin embargo, Ernesto Bustamante, parte del equipo de Fuerza Popular, menciona en un programa de televisión que las vacunas son agua y que la saliva se puede utilizar como desinfectante, poniendo en peligro el proceso de vacunación.

Entonces ¿Cuál es la libertad que se pretende defender con Keiko? Algunos argumentan la libertad en materia económica. ¿Cuál? ¿La libertad de los dueños de grandes grupos de poder, como Dionisio Romero o Vito Rodríguez, para entregar maletines con dinero negro para financiar la campaña de la hija del dictador? ¿La libertad del monopolio del oxígeno para subir los precios en plena emergencia sanitaria? ¿La libertad de la Telefónica o Cerro Verde para dejar de pagar sus impuestos? ¿Qué clase de libertad es esa? Sin duda no es libertad. Es como si el abusivo del salón lloriquease porque la profesora le impide seguir abusando de sus compañeros o porque alguno de ellos se quejó. No tiene sentido. En el Perú, la libertad a la que apelan los grupos de poder, es más bien inmovilidad, aquella que les permite manejar el país a su conveniencia sin el respeto a ese libre mercado que tanto dicen defender.

Ahora, hablemos de democracia. El último periodo de gobierno, Fuerza Popular tuvo mayoría en el congreso. Keiko Fujimori ordenaba que se hacía y que no. La bancada fujimorista obstaculizó constantemente las propuestas del ejecutivo. ¡Vaya ejemplo de democracia! Una de las principales tareas, era impedir que el caso en contra de su lideresa avance, para ello, sus congresistas se repartieron comisiones estratégicas, desde donde impulsaron distintos proyectos de ley. Uno de ellos para impedir que los partidos políticos sean imputados por el delito de organización criminal o el caso de las denuncias constitucionales contra el Fiscal de la Nación Pablo Sánchez con el objetivo de colocar a Pedro Chavarry en el cargo, al que luego blindaron en el congreso, al igual que a César Hinostroza, que según el empresario Antonio Camayo, se reunió una vez con Keiko Fujimori. ¿Cómo podemos denominar democracia a este tipo de actitudes? Si la señora Keiko Fujimori fuera demócrata, no intentaría intervenir en las instituciones, se allanaría al proceso y su defensa no hubiera presentado todas las denuncias contra José Domingo Pérez para dilatar su caso, o la recusación planteada contra el juez Victor Zúñiga Urday.

Podríamos añadir también, que una democracia se caracteriza por el reconocimiento del adversario político, por el respeto a posiciones opuestas y por el diálogo en beneficio de una nación. Actualmente, la campaña fujimorista ha recurrido al discurso del miedo, calificando al que no vota por ella de terrorista o comunista. Salir a la calle y ver paneles inmensos con mensajes que apelan a la estigmatización, clasismo y racismo, son una muestra de la herencia dictatorial del padre. Una herencia que busca invalidar cualquier posición política contraria, sugiriendo la eliminación del adversario. ¿Qué tipo de democracia representa entonces Keiko Fujimori? Reivindicar la dictadura de su padre y pasar por agua tibia los delitos de lesa humanidad y violación de derechos humanos, nos pintan no una candidata demócrata, sino todo lo contrario.

Es así que votar por Keiko, no significa votar por la libertad y la democracia, votar por ella, significa olvidarnos del contenido de los dos términos y sobretodo de su importancia para el bienestar de un país, en síntesis, es un voto amnésico.

¿La fiesta de la democracia?
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