Columna

Alejado del mundo, encerrado en la mente

21 de febrero de 2021
Ilustración: Miles Johnston

Por: Manuel Cruz

Desde muy pequeño me ha costado relacionarme con otras personas, nunca me ha fascinado la idea de tener muchos amigos o estar pendiente de lo que le pase a los demás. Es más, a veces me fastidiaba cuando personas con las que no interactuaba, me contaban sus problemas.

Siempre traté de alejarme lo más que pude, de los problemas ajenos. Ya tengo demasiados en mi cabeza para preocuparme por otros.

Hasta que comprendí que no hay nada de malo en mí. Me gusta estar solo y relacionarme con las pocas personas que realmente me agradan y comparten mis gustos. Soy una persona asocial.

El término “asocial” define a las personas que no sienten interés por la interacción social y que prefieren estar solos. Es una característica de las personas muy introvertidas.

Según Hans Eysenck, el grado de extraversión en las personas depende de la actividad del sistema nervioso central. Es decir, las personas extrovertidas tienen un nivel de activación bajo, cualquier estimulación alerta a su cerebro y manifestar alguna reacción oportuna, cosa que no sucede en las introvertidas.

Sin embargo, el mundo está repleto de gente extrovertida, por lo que los que somos diferentes, somos tachados de bichos raros. Pero no hay que equivocarse, aunque una persona introvertida no tenga tantos amigos como su contraparte, estamos felices estando solos.

Toda mi vida luché para liberarme de la ansiedad que me produce interactuar con las personas, sé que hay bastantes razones por las que me siento así, pero en 4 años de visitas al psicólogo, no sé cuáles son.

Estas reacciones pueden ser catalogadas como timidez o fobia social, pero no hay que confundir las cosas, entendamos que las personas asociales se sienten cómodas estando solas y no deben ser forzadas a interactuar. No tiene nada de malo ser así.

A lo largo de mi vida me han catalogado de aguafiestas, nerd, aburrido, etc. Yo, concuerdo con todas, menos cuando alguien me dice narcisista. El hecho de preferir estar solo no significa que me guste la compañía de mis propios pensamientos. Es la libertad de poder disfrutar una canción, una película o la vida misma sin que nadie te interrumpa, sin ningún problema ni sorpresa, lo que hace que me sienta feliz.

Pero el mundo no es así, siempre pasará algo que dependerá de tu atención, ya sea la familia, el trabajo o la naturaleza. Por eso valoro cada segundo que estoy solo apreciando la vida.

Tampoco digo que alrededor de mi cabeza exista una burbuja imaginaria que rechaza cualquier interacción social directa. Soy consciente que la mayoría de cosas que me gustan salieron de la mente de otras personas. Creo que el trabajo se hace mejor en equipo. Tuve que vivir 22 años para darme cuenta de estas cosas. Poco a poco, paso a paso.

La cuarentena me ayudó a entenderme. Sé que ha sido malo para muchas personas, que sigue causando muertes, miedo y pobreza a lo largo del mundo, pero el hecho de ser obligado a alejarme de las personas y estar encerrado en mi cuarto ha sido de las mejores cosas que me ha pasado. Tampoco es que sea un acomodado, también tuve que ingeniármelas para tener alimento, pero no tenía la obligación social de interactuar con la gente.

Nunca comprendí a las personas que gastan todo su salario mensual en una noche, en una discoteca celebrando con personas que no conocen. Pero lo entiendo, cada quien tiene sus gustos, todos tenemos una manera distinta de disfrutar la vida.

A pesar de ser una persona asocial, he coincidido con gente que se ganó mi agrado, personas que amo y que también me aman, por lo que soy, sin tener que fingir ser nada.

No hay que tener miedo de ser uno mismo, muchas veces hay personas “raras” que también encajan contigo.

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