Columna

La modernidad nos ha fallado

19 de febrero de 2021
Foto: Trippy de Konstantin Komardin.

Por: Adrián Manrique Rojas

¿Cuándo fue la última vez que cuestionaste la modernidad? Yo no lo hacía desde hace muchos meses atrás, quizá encapsulado por los episodios tan penosos y desesperantes que vivimos, soy honesto en decirlo.

Esta mañana, sobresaltado por una nueva noche de insomnio, reflexioné sobre lo dramática y turbulenta que se ha vuelto nuestra vida. Encerrados, privados de libertades que en otros tiempos hubieran parecido un delirio grosero. Destruidos moralmente, diciendo cosas controversiales solo porque sí. Cargando culpas que no buscamos. Perdidos en tiempos pasados que nunca volverán. Asfixiando hombres negros solo por considerarnos racialmente superiores, prohibidos de dar y recibir amor. Cayendo en depresiones producidas por la coyuntura actual, de las cuales sin asistencia difícilmente saldremos.

Enfocados en encontrar la información por medio de diversas aplicaciones que irónicamente se basan en la falta de comunicación a la que somos sujetos desde hace ya algunas décadas, a las cuales hemos regalado -sin ser conscientes- nuestros datos, para pasar a ser algún kilobyte en medio de algún gran servidor alojado en uno de los lugares más fríos e inhóspitos de nuestro planeta.

Nuestros sentimientos se pueden ir a la mierda, no contamos como seres vivos, solo como números que deben generar ingresos para que unos cuantos se favorezcan de esta nueva “esclavitud” disfrazada de diversión. La verdad es solo un dicho que carece de valor, haciéndonos decaer en la falsa sensación de realidad a la que estamos sometidos. ¿Te das cuenta que la modernidad nos ha fallado?

Las doctrinas polarizan a millones de personas, quitando poco a poco la naturaleza de los seres humanos. Presenciamos hechos que disgregan la ya distante idea de una tranquilidad social; asesinatos diarios, inseguridad, abusos, muerte y desolación, son las portadas de los periódicos cada mañana; mientras nos resistimos a ver que la nueva poesía pondera en las calles, silenciosa y distante.

El bien común ha sido reemplazado por el yo, omnipotente y todo poderoso, que es capaz de saltarse por encima de toda ley y razón, con tal de saciar esa necesidad enfermiza y acaparadora de poder tener todo lo que tu estatus social te permita, y ¿por qué no más?, incluso para estar por encima de tus iguales. ¿Te das cuenta que la modernidad nos ha fallado?

La ayuda ahora se cobra. La degradación está a la orden del día. La imaginación se censura. La felicidad se roba. La masturbación se impone. El miedo se imparte. La rebeldía se castiga, mientras arrodillarse se convierte en la nueva promesa de fidelidad a alguien que ni conocemos. La guerra está declarada y todos estamos invitados a ella.

Los seguidores son el medidor de la aceptación social, la falsa idea del éxito en nuestros tiempos, la levedad de nuestra conciencia. Hemos sido arrastrados a un infausto círculo vicioso que muestra sonrisas en nuestras pantallas para ocultar penas y desolaciones personales. Una “reacción” ahora vale más que mil palabras, un comentario más que una conversación presencial. ¿Te das cuenta que la modernidad nos ha fallado?

Sí, nos ha fallado, y nos llevará a un mundo que difícilmente se puede imaginar, pues lo que hoy parece distante, mañana se hace cercano.

Y ante esta falla, solo queda afrontar con valor la denigración de nuestra especie, mirar al frente y disfrutar cada nuevo amanecer, recepcionar la energía del Sol mientras se pueda, respirar el aire que nos queda, beber el agua mientras no se nos cobre, y observar la Luna y las Estrellas mientras no se nos sea prohibido.

Lo siento, no me crean delirante, es solo que esta mañana me di cuenta que la modernidad nos ha fallado y nosotros nos fallamos a nosotros mismos.

La insoportable levedad de verte

 

Todo un palo

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